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Mostrando entradas de enero, 2014

Ángelus Novus

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  Nube blanca que se deshace en el cielo: envergadura sin cuerpo, liberación con alas de aire, ángel etéreo: las rosadas plumas, de uno al otro polo en su última punta delicadamente van tocando el infinito; vuela una vez rotas las cadenas, los eslabones, abiertos, a las antípodas levanta su entendimiento   y vuelve a su medio natural, a su esencia pura, reconociéndose un ángel nuevo.  

UN HAIKU ESCOGIDO POR JOSÉ EMILIO PACHECO, EN MEMORIA DE SU POESÍA

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    Al huir, la luciérnaga dejó el viento en mi mano.  

pax philosophica

  Hubo milenios, milenios atrás, en que el hombre asociaba al conocimiento el acceso a la profundidad energética de la vida. En Grecia, cuando el saber se asociaba a la visión de un misterio, y era inefable, conocer las cosas era algo sagrado, y acceder a ese misterio era una experiencia que no se compartía: estaba unida al nacimiento, era un segundo nacimiento, una individuación en sí que asociada al individuo se le daba como si fuera Dios mismo el que mediante ese conocimiento se hacía presente en la vida. Por esos tiempos, saber y saborear, conocer y sentir en el paladar las nociones eran todo uno. El llegar a la sabiduría era parte del crecimiento del cuerpo, era algo que emanaba de las montañas, de las raíces de los árboles, de la visión del profundo mar desde la columnata del templo, que podía verse en desarrollo en la espiga, o en el viaje invernal que la primavera emprende, y ser un conocedor, un iniciado, suponía abrir los ojos al mundo desde una visión humana única e incomp

Una candela encendida en el pecho

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En nuestro pecho debe encenderse día a día, una luz de candela que alimente de energía, alegría y capacidad vital nuestra existencia. No hablo de nada humano, de nada natural. Ese pequeño fuego interior no tiene procedencia lógica, ni se puede provocar, ni lo debemos a ningún esfuerzo o mérito.  Igual que la chispa brota en medio de la noche, encendiendo el resplandor de una luz que cambia todo, así se enciende en el alma un aliento que insufla fuerza al cuerpo, una combustión que todo lo anima. Una vez que en el alma humana hay luz, todo es distinto. ¿Quién enciende esa luz? es un regalo de los dioses. ¿Por qué atiza en el hombre el amor, la pasión, la valentía? es un misterio que no conocemos. Lo cierto es que el ser humano sin esa candela interior es pura basura, un ser débil y torpe, desigual en sus poderes, efímero, lerdo y gris. Pero si la luz distinta ilumina su mirada, esa luz que viene de arriba, que es espíritu, es decir, un viento divino que respira en nuestros pulmones,

hacer cosas importantes

El ser humano necesita a toda costa hacer cosas de importancia en su vida. Vivir sin hacer esas cosas parece algo insoportable, vano, desierto, descorazonador. El ajetreo, el afán ansioso, la búsqueda desaforada de cosas con sentido, que realicen a la persona, y la hagan sentir que su vida tiene un rumbo, y está completa, ha sido valiosa, y que puede descansar tranquilo habiendo vivido, es la energía secreta que mueve el mundo y a la humanidad. Somos como hormigas que ansían encontrar ese algo que hacer, que  no es cualquier cosa: no es divertirse simplemente, ni sentirse inmerso en un rebaño, familia o urbe, no es envolverse en oro, ni en prestigio, ni agotarse en esfuerzos o deportes, ni  en trabajos o misiones que estructuran el tiempo del que se aborrece. Si miramos vida a vida las cosas que la gente hace, veremos un devaneo de intentos, muchos de ellos frustrados, de encontrar un sentido a su vida, mediante amores, libros, hijos, imaginaciones. Pero lo que realmente nos import