La Gran Conexión


Visitando estos días Creta y su fabulosa cultura minóica de más de  5000 años de antigüedad una ve con claridad hasta qué punto las culturas no son sino grandes conexiones de formas simbólicas que de vez en cuando en la trágica historia humana consiguen pasar fronteras y generaciones, para legar construcciones de sensibilidad y experiencia a las siguientes almas en busca de elevación. 

Muchas civilizaciones no son culturas, no son resultado de conexión ninguna.  Cada vez que una civilización  consigue unirse con una tradición cultural previa y llegar a una síntesis hay un paso de gigante para esa civilización.  Creta realizó, a partir de la cultura egipcia y de la cicládica  una conexión riquísima que dio luz al desarrollo total de la belleza griega, inmensa y conectada a la vez con la naturaleza y la humanidad.

Deberíamos entender que la cultura, mecanismo de conexión y cultivo de un tesoro previo de forma y significado para la vida, es algo raro de encontrar en el mundo.  Formas de vivir y de detentar poder hay muchas.  Pero grandes conexiones con  hallazgos profundos que progresen sin imponerse y sin aplastarlos, hay poquísimas. Podemos entonces ver cómo  las grandes conexiones entre mundos o  territorios  están en el origen de los desarrollos de cultura.  Solo la conexión y la continuidad  facilitan el fluir de energía creativa que en las formas y su cuidado implica y entraña una ética, un refinamiento humano. Eso es una cultura.  El sincretismo es necesariamente educado y culto. Y si la tradición cultural que se suma es profunda y múltiple entonces crecen exponenciales los frutos de esa cultura.

Esto es lo que se ve y se saborea en Creta.  El origen de la gran simbiosis cultural que formó  la cultura incompleta de ese mundo llamado Europa, donde  como sabemos no es oro cultural todo lo que reluce.  Creta es la unión de la cultura egipcia y la oriental en un mundo nuevo. Ese mundo irradia su florecimiento a Europa, pero nace al sur. Constituye  un ciclo completo hasta Alejandro,  un trimilenario esfuerzo  conector que poco a poco se ve suplantado por el ansia de poder hasta sucumbir en el imperio romano.

Conociendo Grecia salta a la vista que en Europa hay mucho poder y poca cultura,  actualmente.  Y la prueba de ello es la incapacidad de conexión.  El drama económico y político de los  refugiados y la soledad de los cultísimos países pobres lo prueban.

Hoy las cosas siguen igual. Pese a que a nuestras manos ha llegado una tecnología de conexiones que  debería crear una nueva cultura, falta algo esencial que nos lo impide.  Algo que acompañaba las conexiones por el mar de las culturas minóica y cicládica con las formas asirias y persas y con otros pueblos mediterraneos que crearon la cultura griega profunda. En aquellas milenarias  culturas había capacidad para absorber formas religiosas y para traspasar tesoros únicos en misterios guardados en los palacios rituales.  Las conexiones transportaban y cultivaban a las almas. 

Nuestras conexiones hoy transmiten a menudo guerra, angustia, dolor y cierre de fronteras.  Son raíces secas de un arbol cultural podrido, hoy convertido en un gráfico bursátil.No hay conexión mas allá del poder, y nuestra comunicación es una farsa especular y alienante . Ello implica que no hay cultura ni ética. Solo las formas del poder y la violencia malviven. Una era garrula y sin formación, sufriente, es la nuestra.

Mirando las bellísimas formas de este cultīsimo y paupérrimo  mundo griego se comprende muy bien que  hoy se haya perdido completamente el norte de lo que es cultura y su confusión con imperios de poder . Un cretense hereda hoy tal riqueza cultural que si pudiéramos verla  y compararla con los rústicos  y garrulos potentados del norte nos quedaríamos sorprendidos. Pues en el viaje de los milenios sólo escriben los países cultos en su inmensa traduccion del lenguaje de las diosas y dioses. Los demás  nada nos dicen.


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