Los Remedios, sala ExLímite: acontecimiento teatral de otoño
La sala Ex-límite, en el barrio de Usera, acoge de nuevo durante este mes el espectáculo co-creado por Fernando Delgado Hierro y Pablo Chaves con dirección de Juan Ceacero. La obra Los Remedios ya se estrenó en primavera de este año en la misma sala y vuelve porque las cosas excepcionales tienden a volver en el magnético mundo del teatro. Lo más que podemos decir, de este redondo trabajo interpretativo, es que es lo que los críticos intuitivamente llaman todo un acontecimiento teatral. Y explicamos el peso real de esta expresión.
Los Remedios es una autoficcion escénica. Este género que conocemos desde hace años tanto en tablas como en cine (como la célebre serie de películas de Linklater Antes de que Amanezca), utiliza como materia dramática la propia vida y recuerdos del actor en escena, triturando la capacidad perceptiva del creador o intérprete y sus emociones más profundas para generar pulpa teatral que luego puede combinarse con ficción, reflexión o cualquier otro elemento.
Los Remedios sin embargo da un paso más en la exploración creativa de la autoficcion dramática y nos ofrece algo único , muy conseguido y perfecto desde el punto de vista de la eficacia teatral, y es la interacción en escena de dos auto ficciones que crean un mensaje único.
Los Remedios es una función excepcional que debería verse por críticos e investigadores escénicos, además de por el público culto, y premiarse adecuadamente, por la investigación que implica y que está tan bien ubicada en esta sala Ex-limite, que Gérard Imbert con su inquietud vitalista ha hecho revivir en Madrid.
Y lo es porque asistimos en ella a un asombroso círculo perfecto en el que dos actores y un director ponen el alma misma y todo su cuerpo para expresar y generar a la vez un mensaje. Y esto es especial: el teatro no solo dice un texto sino que lo Hace. Es performativo. Y Los Remedios es un excelente ejemplo de cómo resolver la extraña y dolorosa carrera de una vida mediante la salida hacia el exterior, a los amigos, al mundo, de una persona, donde como dice el raro y profundo texto de la obra, somos contenidos, por fin, por los amigos.
Y esto es lo que Los Remedios hace: acciona los recuerdos reales de dos amigos sevillanos que se hacen actores y que son los actores de la obra, cuyo mensaje
expresa esa experiencia y la convierte en clave universal de búsqueda metafísica, que acaba en la verdad teatral, en la experiencia de expresarse ante amigos. Total nada.
Es teatro intenso, esforzado al máximo, rico en recursos visuales y trucos refinados. Pero sobre todo es teatro de raíz, rimado y profundo y alcanza la humanidad esencial para comunicar, haciéndose de verdad arte.
El teatro es representación y por tanto está abocado a distanciarse de lo real. Pero el teatro supremo consigue el milagro de conducirnos a lo real más absoluto y universal cuando su magia se une, crea o conecta con la realidad. Y esa alquimia portentosa tenemos aquí.
No os perdais el ejercicio virtuoso de comedia, historia, reflexión, documental y análisis de esta pieza única. Cuanto se dice ocurre en escena y eso es algo muy muy especial. Verdad escénica pura, poesía dramática o pura indexicalidad teatral de enorme valor. Auguramos un riquísimo futuro a sus afortunados intérpretes.
Los Remedios es una autoficcion escénica. Este género que conocemos desde hace años tanto en tablas como en cine (como la célebre serie de películas de Linklater Antes de que Amanezca), utiliza como materia dramática la propia vida y recuerdos del actor en escena, triturando la capacidad perceptiva del creador o intérprete y sus emociones más profundas para generar pulpa teatral que luego puede combinarse con ficción, reflexión o cualquier otro elemento.
Los Remedios sin embargo da un paso más en la exploración creativa de la autoficcion dramática y nos ofrece algo único , muy conseguido y perfecto desde el punto de vista de la eficacia teatral, y es la interacción en escena de dos auto ficciones que crean un mensaje único.
Los Remedios es una función excepcional que debería verse por críticos e investigadores escénicos, además de por el público culto, y premiarse adecuadamente, por la investigación que implica y que está tan bien ubicada en esta sala Ex-limite, que Gérard Imbert con su inquietud vitalista ha hecho revivir en Madrid.
Y lo es porque asistimos en ella a un asombroso círculo perfecto en el que dos actores y un director ponen el alma misma y todo su cuerpo para expresar y generar a la vez un mensaje. Y esto es especial: el teatro no solo dice un texto sino que lo Hace. Es performativo. Y Los Remedios es un excelente ejemplo de cómo resolver la extraña y dolorosa carrera de una vida mediante la salida hacia el exterior, a los amigos, al mundo, de una persona, donde como dice el raro y profundo texto de la obra, somos contenidos, por fin, por los amigos.
Y esto es lo que Los Remedios hace: acciona los recuerdos reales de dos amigos sevillanos que se hacen actores y que son los actores de la obra, cuyo mensaje
expresa esa experiencia y la convierte en clave universal de búsqueda metafísica, que acaba en la verdad teatral, en la experiencia de expresarse ante amigos. Total nada.
Es teatro intenso, esforzado al máximo, rico en recursos visuales y trucos refinados. Pero sobre todo es teatro de raíz, rimado y profundo y alcanza la humanidad esencial para comunicar, haciéndose de verdad arte.
El teatro es representación y por tanto está abocado a distanciarse de lo real. Pero el teatro supremo consigue el milagro de conducirnos a lo real más absoluto y universal cuando su magia se une, crea o conecta con la realidad. Y esa alquimia portentosa tenemos aquí.
No os perdais el ejercicio virtuoso de comedia, historia, reflexión, documental y análisis de esta pieza única. Cuanto se dice ocurre en escena y eso es algo muy muy especial. Verdad escénica pura, poesía dramática o pura indexicalidad teatral de enorme valor. Auguramos un riquísimo futuro a sus afortunados intérpretes.
Comentarios
Publicar un comentario
Respóndeme si quieres