EXTREMA DERECHA Y SOCIEDAD DIGITAL: LA RECONQUISTA DEL LENGUAJE

Los investigadores estamos muy interesados en ver la conexión existente entre el advenimiento de la sociedad digital, con sus rasgos característicos de abundancia informativa, aumento de la infoxicación o sobrecarga informacional, y todos los factores asociados, y el auge, a comienzos del siglo XXI, de los populismos y autoritarismos de signo extremo que aparecen en las democracias occidentales, pero también en otras partes del mundo. 

Hay una conexión evidente que no es nueva aunque el mundo digital sí lo sea. Los movimientos autoritarios de corte nacional socialista, los nacionalismos exacerbados de extrema derecha, y los populismos personalistas de tipo proteccionista y reaccionario, se presentan SIEMPRE que hay incertidumbre e inseguridad social, a menudo vinculadas con mutaciones tecnológicas, crisis económicas e incluso con un florecimiento de las innovaciones en ciencia y en cultura. Ocurrió en el siglo XX, en su primera mitad, y está ocurriendo en la primera mitad del siglo XXI. Vamos a explicar por qué, desde un punto de vista informacional y comunicativo. 

Ya en los años 40, el gran escritor Antoine de Saint Exupéry, interesado profundamente en la relación entre sociedad y lenguaje, se dio cuenta de que el entonces naciente movimiento hitleriano en Alemania, y el fascismo de Mussolini, estaban relacionados muy directamente con el uso de un lenguaje simplificador, y con un lenguaje que por su naturaleza primaria establecía orden. En la compleja sociedad de los años 30, acuciada por crisis económicas, por convulsiones políticas y revoluciones, y marcada por  el surgimiento de un montón de cambios tecnológicos, incluso por una efervescencia cultural, el grado de incertidumbre y de inseguridad de la gente hizo que abrazaran el lenguaje extremadamente simple y ordenado de Hitler. Este lenguaje, basado en conceptos primarios como "patria", "familia", "deber", "hombre", "trabajo", "libertad", caló profundo en la sociedad de la época, y no solamente por la necesidad de reducir la incertidumbre, sino por otros factores que explicaremos ahora.

Cuando en una sociedad se da sobrecarga de información, por diferentes circunstancias, se genera un bloqueo social y psicológico. Cuando disponemos de demasiada información, y esta llega por cauces novedosos, se produce una sensación de desorden y de confusión que literalmente abruma a las personas, especialmente si éstas no están preparadas o no tienen capacidad de absorber la sobrecarga informativa adaptándose a ella. Cuando se producen revoluciones culturales y tecnológicas, ese proceso es muy evidente. Muchas personas, incapaces de absorber las innovaciones, experimentan lo que se denomina técnicamente una "mentalidad cerrada", es decir, dejan de abrirse a la información nueva, de manera no consciente en muchos casos. Este proceso hace que estas personas, aquejadas de infoxicación, cierren su capacidad de tolerar la incertidumbre que la mucha información nueva o la complejidad de la misma les supone. Es un mecanismo de autodefensa, que se manifiesta abrazando conceptos, lenguaje y mensajes que simplifican la realidad o imponen en ella una selección de valores. Estas personas reaccionan retrocediendo en sus creencias y en su percepción de lo real, hacia normas únicas, mensajes simples y hacia un sistema de orden que descomplica la realidad. Así, un político que les habla de "patria", "ley", "deber" y "España", y que no discurre mucho más allá, es su líder, el que les habla claro, el que les entiende y el que borra la cháchara falsa o incomprensible de los demás. El lenguaje totalitario, que permite aplicar una mentalidad cerrada a la realidad compleja y excesiva que les rodea,  les favorece y lo escogen como "la verdad".

Además, hay otras razones para el auge del autoritarismo o el sectarismo en las sociedades de abundancia informacional y de complejidad social. Como Adorno estudió, el autoritarismo permite establecer un universo mental de normas rígidas y de orden claro, sometido a un lider o a un grupo sectario con el que se refuerza la personalidad individual de la gente que se siente débil, atacada por el entorno o insegura en su situación. Las mentalidades sectarias son cerradas, como las descritas por Milton Rokeach, pero sobre todo, permiten hacer una compensación psicológica y devuelven a la gente una fuerza de convicción que han perdido en un mundo más complicado y relativo de lo que ellos pueden soportar. Así, las personas con miedo a la libertad, como explicaba Fromm, abrazan sin problemas las ideologías sectarias autoritarias porque éstas les aportan fuerza, cierran su círculo a la información exterior, les permiten glorificar el convencionalismo y con el culto al ideario propio, simplifican la vida mental de la gente sometida a turbulencias o a complejidad. El ideario arcaico les justifica en su incapacidad de hacer frente a lo nuevo.

Es tristemente célebre que en momentos sociales de gran creatividad, de gran crecimiento intelectual y de gran avance social, surge, como en una especie de péndulo, la mentalidad autoritaria que acaba de un solo golpe con una época dorada de desarollo creativo. Pensemos que es en el mismo momento de esplendor científico, literario, artístico, de comienzos del siglo XX, cuando surge el autoritarismo nazi que segará de golpe a toda una floración cultural única en Europa. Lo mismo puede ocurrir en la actualidad. La sociedad digital es una sociedad altamente creativa y con una capacidad de innovación jamás vista en la civilización, y este lado de nuestro prisma social resulta muy difícil de asumir para muchos, que, sintiéndose incapaces de subirse al carro de las incesantes innovaciones en las formas de trabajar, crear, relacionarse o innovar, prefieren "volver" a una ética convencional, a una sumisión autoritaria o a una mentalidad cerrada y sectaria. ES de alguna manera la tendencia a la involución de una sociedad con una tensión clara y polarizada entre el avance y el retroceso.

De modo que hay muchas razones por las que en la sociedad digital surge el fascismo y los movimientos de mente cerrada, autoritarismo y sectarismo populista. Todos estos fenómenos están asociados a una sociedad de abundancia informacional y comunicacional en la que circula masivamente información. Esa información que circula también la constituyen los bulos, las informaciones falsas, los datos confusos, las imágenes de degeneración y de decadencia. Y ante este panorama, el individuo sufre una sobrecarga y una inseguridad que es la condición ideal para que abrace un lenguaje simple, una organización mental rígida, normas estrictas, culto a un lider y cierre absoluto a la información externa a su sistema de creencias. 

La sociedad de las redes sociales y la sociedad de los múltiples flujos de información puede abocar a un autoritarismo político absoluto en reacción a los efectos de sobrecarga que ella misma genera. Pero el problema, como vemos, es que los discursos totalitarios son también parte de ese panorama de información confusa, manipuladora o degenerativa que pretenden cortar con su lenguaje vacio de sentido. Es decir, Hitler es tanto causa como efecto del fascismo. Quiero decir que una vez que se instaura un flujo de información con ruido y desinformación, el lenguaje de la extrema derecha no hará sino retroalimentarse y escalar sobre los efectos que ellos mismos generarán en el sistema, porque este lenguaje introduce una gran perturbación al cerrar la capacidad comunicativa de las personas. Y explicamos por qué.

Conocemos desde hace muchísimos años cómo se generan las escaladas agresivas en los procesos de comunicación entre individuos. Básicamente las escaladas de tensión entre dos personas se deben a un constante malentendido basado en que no percibimos la agresión que nosotros causamos al otro y en cambio nos queda clara la agresión que el otro nos hace. En un sistema de comunicación fóbica con los demás, creemos que nos atacan injustamente, respondemos castigando, y la otra persona o personas hacen lo mismo. Este sistema hace que la agresión se mantenga, y si además se percibe un desequilibrio entre lo que uno hace y lo que hace el otro, que se quiere contrarrestar, se agrede cada vez más al otro, produciéndose una escalada de agresión. 

Esto es exactamente lo que produce la llegada del lenguaje hostil de la mentalidad autoritaria que estudiaron Adorno, Rokeach, Fromm y los demás genios de la comunicación que estudiamos en Teoría de la Información. El autoritarismo manifiesta hostilidad hacia el mundo que le rodea, además de cerrarse a la información del exterior y volverse solamente hacia su interior colectivo. Con ello, inicia un proceso de agresión al exterior que es respondido por otras formas de autoritarismo similares -por ejemplo, un partido de extrema derecha nacionalista y un partido nacionalista extremo de cualquier signo político-. Como el autoritario es incapaz, por su cierre informacional, de percibir las agresiones que él crea, y se justifica con las que recibe, el proceso se retroalimenta generando más y más agresividad ambiental. Un parlamento en el que un partido tóxico autoritario se hace fuerte se convierte en germen de constantes conflicto, y con ello alimenta el auge de más y más autoritarismo y peor ambiente social.

El único modo de reencauzar una situación en la que un ambiente informacional sobrecargado, por el advenimiento de revoluciones tecnológicas, o por un auge de innovaciones, o por una crisis económica o social, es enseñar a las personas a tolerar la incertidumbre y educar hacia la seguridad personal y la tranquilidad en una sociedad altamente comunicativa. Nuestro medio digital supone increíbles avances y también infiernos diarios con mensajes terribles de todo signo. Acostumbrarnos a ese mundo, ayudar a asimilarlo, a cambiarlo en lo posible, y no cerrarnos al futuro, es clave para que la tendencia reaccionaria -que esto es lo que realmente significa dicha palabra- no gane en el proceso. Recuperar el Lenguaje, es decir, no permitir que un lenguaje de pureza, simplicidad y valor quede en manos de los autoritarios o sectarios, es esencial. Y para ello, los políticos deben hablar con autenticidad, saber hablar, tener un lenguaje sincero. De todo ello depende que una sociedad no se rompa en escaladas bélicas y procesos de regresión a la barbarie.

Comentarios

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  2. Toda la razón en lo que dices. Aunque también debemos hacer autocrítica. La gente apabullada por el desconcierto busca esa seguridad en quien se la vende, porque no se la proporcionan otros. Es curioso que muchos oscilan entre extremos de derecha e izquierda, porque entre los demócratas e inteligentes no encuentran quienes les ofrezcan soluciones democráticas e inteligentes..

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