Trabajo y pasión

Simone  Weil  afirmaba que había  en el ejercicio  de un trabajo un fondo siempre difícil y complejo, que lo ataba al mal, porque trabajar supone a menudo luchar por arrebatar para nuestro provecho o subsistencia la riqueza, el bien o la vida a nuestro entorno, por lo que algo esencial ponía siempre  en inconciliable enfrentamiento nuestra moral y ética y el trabajo.

Esta concepción profunda y triste del trabajo como algo negativo, se acompaña más comúnmente de la concepción más religiosa del trabajo como tortura o castigo personal, algo ligado también  a la falta de libertad y a la lucha por la subsistencia. Sabemos por Weber  que el concepto del trabajo como castigo generó  estructuras  sociales completas,  economías y filosofías de vida. También  suscitó revoluciones  sociales y económicas que dieron al traste con esa idea profunda pero oscura o penosa del trabajo.

Más allá  de todo esto, yo quiero defender aquí  el trabajo como algo más profundo  todavía,  ligado a la poesía esencial de la existencia, como la misma Simone Weil  supo ver, buscando su sentido más allá.  El trabajo debe enlazarse con el amor, la pasión y con la creación del bien de manera que se descubra su bien absoluto.

El trabajo no solamente no es una esclavitud  sino una liberación. Cuando trabajamos a un suficiente nivel de calidad y cumplimos  nuestros deberes o tareas,  sentimos rápidamente  esa libertad que mana directamente con él para el alma, cuando se trabaja. En el desempeño y cumplimiento de un trabajo no hay, en profundidad, ni condena  ni esclavitud, ni tortura ni desamparo, sino la posibilidad de encontrarse y realizarse, de echar raíces y de volar más allá  de todo límite.

Pero todavía más profundamente hay en el trabajo realizado con pasión, es decir, con total  entrega y libertad, una aventura en la que  superando  el tiempo y el espacio, más allá de uno mismo y de lo sido o hecho  hasta el momento, se crea un nueva realidad. Intervenir en lo real mediante el trabajo  es trasformar el impulso
vital de la lucha y de la ausencia colectiva de libertad, hacia la creación  y evolución simbiótica  con el entorno,  para la preservación  y cuidado de la vida  colectiva.

Trabajar es y debe ser un placer. Algo que nos responde y nos libera. Donde nos alineamos con el mundo  y bajamos a su esencial  dinamismo para recrear la vida y descubrir su sentido. Más allá  de las terribles condiciones en que parece nacer, el trabajo debe descubrir, mediante  su gentil ofrecerse, el provecho de todos, y la alegría profunda  de ser en este mundo.








Comentarios

  1. Tu madre me decía que no hay que encontrar el trabajo que te guste
    Si no que el truco es hacer que te guste el trabajo que te encuentras
    Aún le estoy dando vueltas

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  2. Buenísima Tere. Yo sigo aprendiendo de ella y me la encuentro constantemente. Un beso

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