EN LA MUERTE DE ROBE INIESTA

 

https://www.youtube.com/watch?v=8nhIPYz5dXo


Robe Iniesta nos ha dejado hoy. Todas las imágenes que no son él pero hablan de él,

todas las canciones que compuso y que no lo agotan, nos hablan de su esencia.


Sin ser seguidores suyos, millones de personas han sido llamadas a su presencia, cuando se ha anunciado que ha muerto. Como si cerrar el círculo de la vida fuera una percusión profundísima sobre la existencia.

Entonces, han vuelto a sonar resucitadas todas sus canciones, sus versos, su prosodia poética, su dulce música. Resucitadas por un impulso que es a la vez una bienvenida y una despedida. La música de este autor tiene un doble carácter, es triste y alegre, es profunda y pegadiza, es desgarrada y tierna. Habla tan profundamente al alma humana que dialoga con todas las almas, con cada una, de su manera. Como enorme artista, ha sido capaz de desarrollar un instrumento de claves universal que llega a todos en todo tiempo, sin edad, por el mero hecho de existir.

La vida de Robe es en sí misma una canción, un hecho hermoso, difícil, cuyo cumplimiento tiene una música para el espíritu, que ve cómo la muerte ataca al alma y esa es la gran canción de nuestra existencia, amarga y trágica, entregada y amorosa. Esta estrella de puntiagudas aristas que es nuestra existencia, que no tiene un nombre, que es inabarcable, está en la música de Robe.

Sorprende que se construya una inmensa atención a partir de un silencio. Que sea más profunda la admiración cuanto mayor ha sido el desoír, lo discreto, lo humilde de su figura. Asombra que una vida tan perfectamente medida en vocación de arte y su humildad dedicada se eleve ahora como una ola inmensa en la playa de la percepción de un mundo idiotizado, anestesiado, loco.

Se impone una figura, que llama a todos, que habla íntimamente a todo el mundo, más allá del tiempo. El susurro del poeta enorme atrapará en secreto, más allá de todas las edades y las épocas, atravesando distancias, generaciones, vidas compactadas y sordas, almas herméticas, a todas las esencias, para darles un espejo en el que verse profundamente, el espejo de la realidad, hecha belleza, de la vida humana. Orlado de armonía, de sencillez, de silencio, ese espejo devuelve a cada uno su voz, y canta por él.

Ese canto es el canto de la vida de todos los seres del planeta, porque Robe tenía un espíritu para el bien de la existencia. Esa entrega de Robe , conectadas todas las canciones entre ellas, llegará encadenándose a su vez con todas las almas. En sigilo, con las mañas del amor, de la ternura, de la belleza, escondidas entre los estilos y las estridencias, armando un castillo de música inolvidable y de versos de amor profundo, irá poseyendo a todos. Abolirá el tiempo. Acabará con las noticias. Establecerá un plan de vida, con su muerte. Y en ese plan, fijará para siempre la verdad del alma que escucha.

Vendrá Robe a morirse para frenar la estúpida rapidez de nuestras vidas y para llevarnos al mundo del amor donde despeñarnos o quizá, dejarnos llevar por el viento.




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