Una vez que, todo decidido

limpio el camino, listo el equipaje,

dispuesto el tiempo, el viaje

empolva las figuras y les borra el rostro.

Sólo se ven los ojos aguzando

la mirada al paisaje.

Sale el animal al rostro,

el cazador de aire,

de cielo fresco, de mar inmenso,

el predador de las delicadezas

el arquero de las profundidades

y su caza comienza.

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