El ego y la creación artística son dos cosas incompatibles. Éste es un secreto que incluso algunos buenos artistas desconocen. El procedimiento de crear es completamente impersonal, una mediación en la que la fuente de la creatividad se funde con las capacidades del artista y con la materia y el entorno que nos rodea, de modos que no pueden estar instrumentados para el beneficio personal o en nombre de ningún fin particular. Se crea de un modo servicial, disponiendo una libertad que se alcanza cuando el artista humildemente acepta la materia sobre la que trabajar o el motivo en el que moldear las formas que le vienen dadas. Lo que llamamos inspiración, creatividad, genio, es algo regalado, y además, cambiante. El artista no es sino un medio por el que se manifiesta la energía creativa del mundo. Y de un modo radical. Estamos hablando, claro está, de arte consumado, es decir, de obras maestras. Siempre llama la atención, y nos subyuga, de una de esas obras maestras, la cap
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