Nuestros vencejos
Nuestros vencejos viven
solos
nadie vela por ellos.
Anidan junto a las aulas
y crían a sus polluelos
cada primavera
abandonados al cielo, y a
la vieja atmósfera universitaria.
Nuestro niños viven
solos,
nadie vela por ellos.
Crecen si amor, quemados
por los odios y silencios
que sobrevuelan el mundo
en que anidaron.
Al desamparo de todos
en medio de la ciudad
necia
lloran de soledad, en
secreto.
Los vencejos y los niños
sobreviven por la gracia
por el principio a la
altura,
empujando su ternura, sin
apoyo alguno, hacia el sol.
No por la humanidad.
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