oficio de maestro

La transmisión de la experiencia humana es siempre un fenómeno excepcional. La enseñanza es una especie de oficio de milagro. Pero como todos los milagros, tiene su ley propia. Uno nunca sabe lo que va a pasar.

Sócrates explicó el mecanismo. Uno no puede enseñar nada que el otro no vaya a recordar, y que es más antiguo que su propio ser. Los profesores simplemente estamos en el lugar justo, en el momento oportuno, y se produce el chispazo milagroso.

Nos limitamos a presenciar un fenómeno del que solamente somos los fórceps, las palancas. Es el milagro por el cual el ser humano accede a su herencia. Los profesores somos las simples cucharillas a través de las cuales tiene lugar ese inmenso festín.

La comunicación depende de excepciones. Es algo individual y único. Uno tiene un buen maestro una vez en la vida. O dos. Pero con uno solo o dos de estos milagros, vive uno sabiamente para siempre. tal es el poder multiplicador y exponencial de estos procesos.

Afortunadamente, entre el marasmo de comunicaciones sin contenido, maestros sin sabiduría, o artistas sin seso, encuentra uno a su maestro una vez en la vida, o dos. Y entonces cambia todo.

la sabiduría es un sabor, como decían los viejos sabios hindúes. No se puede explicar, como no se explica un arte, que decía mi amigo el profesor Antonio Parra, del flamenco. Todo lo sagrado de este mundo es experimental e inexplicable a la vez. se saborea, se vive, pero no se puede razonar.

Un buen maestro saborea su saber. Y al saborearlo, lo trasmite. Ese es el gran secreto, la puerta de la enseñanza. Es un oficio de disfrutes, como el de todos los artistas. Solamente disfrutando de lo que se ha heredado puede uno transmitirlo.

Cuando se hace uno maestro, se enciende una poderosa fuente de calor en el cuerpo, que no se apaga ya nunca. Ese calor incendia los corazones, y a su calor se arriman los que ya tienen llama. Extraño y milagroso el mundo de los maestros, el mundo de la vida.images

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