estado crítico de la enfermedad capitalista

Como vemos, el capitalismo agoniza. Cada vez en crisis más agudas, es incapaz de sostener el estado general de las finanzas y de las economías nacionales. Cada vez más encarnizado con los pobres y con los países periféricos, con los pensionistas y con las clase y oficios modestos como los de los vendedores, los maestros, los artesanos, vampiriza a la sociedad con la crueldad del tumor canceroso avanzado. Acabará con el sistema o bien acabará consigo mismo muy pronto.

Nadie tiene la solución, es una enfermedad avanzadísima de una sociedad que no ha sabido protegerse a tiempo, vacunándose con la ética y con el blindaje del estado del bienestar. Ahora probablemente ya es tarde y lo único que podemos hacer es desearle una rápida muerte.

Intuyo que viene un tiempo de agonía: de ver impasiblemente cómo la sociedad acaba consigo misma, presenciando la destrucción de sus tejidos vitales: la sanidad, la educación, la cultura. Un tiempo de miseria moral: presenciando la horrible destrucción de los más débiles sin hacer nada por ellos, porque no se tiene la fuerza para ello, ni la energía moral.

Cuando la sociedad termine de enamorarse de este vértigo de la  enfermedad incurable que es el capitalismo avanzado,  cuando realmente nos demos cuenta de que. como decía Epícteto, el deseo es para las cosas buenas, y la aversión, hacia las cosas malas, entonces empezaremos a reaccionar y a resurgir.

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Pero nos queda mucho sufrimiento para llegar a ese aprendizaje. Como naciones, como sociedades, como países. Es el largo morir, el largo parto, de una sociedad nueva.

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