EL VIDEO DE UN MENTIROSO

La psicología humana ha avanzado una barbaridad, sobre todo, la que se basa en los procesos sutiles de comunicación grupal o interpersonal. Hoy podemos saber a ciencia exacta si una persona miente al hablar o no. Se puede detectar la diferencia entre la alegría fingida y la espontánea, igual que descubrir, por ejemplo, el desprecio sutilmente oculto, para el propio despreciador, en su inconsciente revelado por un gesto de su músculo nasogeniano.

El video de Rajoy muestra a un mentiroso para un profesional practicante de la comunicación microgestual. Es fácil detectar la máscara con la que afronta el vídeo, unos ojos de desvela, la frente caída, la mirada debilitada, de cordero degollado, el torso aferrado al podio, y el contacto ocular bailando por todas partes. Nada parecido a un ser convincente. No hay energía de afirmación, ni de dignidad, ni el brillo de la verdad, que se aprecia en el brío de la voz, en la mirada penetrante, en al sinceridad del tono vital. Rajoy compone un tipo sincero débil, que no es creíble. Hay miedo en la mirada descendente y en cierto temblor de voz.  En la entonación se aprecia cómo se debilita la voz al afrontar palabras clave, cuando describe la aparición de los sobres y los papeles, o también es crucial cómo la mirada baja cuando se produce la afirmación “Es falso” “Es absolutamente falso”. Los mecanismos de defensa le llevan a agarrarse al papel y leer cuando la indignación colérica propia del ofendido debería hacerle gritar o encender la mirada. Rajoy se defiende, como buen mentiroso, de su propia comedia, diciendo que lee el papel porque no quiere decir una palabra más alta que otra. Estúpido razonamiento, que sólo un estúpido se creería: a la mentira hay que combatirla, y no sosegarse con ella.

El aspecto argumental también es muy llamativo. Se aprecia la defensa construida sobre múltiples pilares, en una estudiada y probablemente pagada oratoria. Se dirige variablemente a su partido, al pueblo español –en un segundo plano, otra vez el miedo al habla frontal-. Insulta a la población cuando no encara el discurso directamente a ellos . Después, al dirigirse al partido, lo insulta considerándolos estúpidos cuando afirma que en el PP  nuca ha habido corrupción ni cheques negros, sabiendo que  causas judiciales de estos delitos ya juzgados y demostrados (Gürtel, Naseiro, han llevado a dimisiones forzadas de tesoreros, consejeros (como el caso Porto de E. Aguirre). Esa mentira por elevación, traiciona la bísqueda argumental del mentiroso. la búsqueda de la pantalla que oculte la verdad.  Otro ejemplo de desesperación  argumental del que se sabe cogido es cuando el presidente dice que “el sí sabe ganarse la vida”, como sí hubiera otros (los seis millones de parados) que no saben. , que insulta al país y su situación. Por lo demás, ese argumento está copiado de Esperanza Aguirre, que lo usó en su momento.

Otra mentira inmensa es que este señor no está en política por dinero. ¿Quién se lo va a creer, si cobra y ha cobrado como diputado, como secretario general del PP, como presidente o como ministro, como jefe de la oposición, siendo el ser más mediocre del mundo? ¿Quién se cree que este señor iba a tener mucho futuro como registrador de la propiedad, si es un manta? ¿O acaso quiere decir, cuando dice que en esa profesión podría haber ganado muchísimo dinero, que se refiere al dinero en negro generado por la corrupción inmobiliaria?. Este señor ama el dinero, y lo ha ganado a espuertas como varón del PP en mil momios diferentes,  del cual los sobres probablemente sean simplemente el botón de muestra. Y vamos a verlo ahora que se aireará su patrimonio, las sorpresas que nos vamos a llevar.

Este hombre miente hasta en el deficit ante Bruselas, miente con la economía, miente con su propia valía desde que entró en política, dice, con un hilillo de voz, que entró en política para “cambiar las cosas”. ¿Qué energía, que espíritu, se comparece en él con ese ideal? Ninguno, absolutamente, como se ve en el blandengue escenario sin figuras de su video, sin periodistas que le pongan nervioso, sin preguntas no ensayadas.

Creo sinceramente que estamos ante un politicucho de quinta, llamado a desaparecer pronto porque le mueven ya la silla los siguientes, incapaz de hacer frente al nuevo mundo, falsario y fariseo hasta el fondo, que cree que todavía puede valer el sistema Aznar de mantenella y no enmendalla, oel chuleta de Aguirre. Y como decía Dylan, los tiempos están cambiando. La política profesional del siglo XX es un fósil a la espera del último hachazo.

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