TIEMPO, NARRACIÓN Y EL MILAGROSO LLEGAR A SER

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En un reciente post hablábamos del misterio creativo por el cual cuando inventamos o ideamos algo nuevo se produce una especie de alineación cognitiva, es decir una sintonización de conocimiento, en quienes acceden mediante la comunicación a aquellos elementos nuevos que han sido descubiertos o puestos de manifiesto. Indicaba yo en esa entrada cómo el manejo del lenguaje, y sobre todo del lenguaje creativo, tiene lo que podemos denominar direccionalidad semántica, es decir, mueve en un sentido determinado a quienes leen o comprenden el mensaje en cuestión o la idea innovadora, de modo que se produce, de una manera totalmente inmediata y a la vez implícita, una especie de transformación humana.


Este fenómeno fue estudiando por Poincaré, pero no solamente por él: Antoine de Saint Exupéry también perseguía este increíble fenómeno por el cual un lenguaje constelado por creación hace elevarse a los hombres a dimensiones de realidad acordes con ellos, produciendo así el avance humano. En este otro post,hablando de la teoría literaria de Saint Exupéry, que giraba en torno a la creación de una nueva humanidad a partir del efecto creador del lenguaje, discutía yo sobre la capacidad que las combinaciones lingüísticas tienen para "tirar" de la humanidad hacia adelante, en virtud de su relación semántica. Saint Exupéry trascendía la función estética o formal de la creación poética, hacia un sentido comunicativo profundo, en el cual la ligazón generada en el lenguaje es una forma de generar futuro. Una forma casi única, porque los seres humanos no podemos traer del futuro los conocimientos o las mentalidades, salvo que, en el fenómeno creador del lenguaje o del arte, seamos capaces de "capturarlos", de captarlos y que como si fueran una garantía, las creaciones nos elevaran hacia esa nueva realidad, unida al tiempo de delante, al más allá del avance humano.

El lenguaje creador tiene la capacidad de dirigir y situar a los hombres en planos nuevos de existencia. El alma humana, muy implicada en esta teoría, no puede fijar sus ojos más que en su pasado, o todo lo más, en su presente. Y cuanto más ambiciosa o más mezquina, cuanto menos creativa, más atrasada se encuentra en su mirada. Solamente un lenguaje creador puede hacer ver aquello que está fuera de nuestro alcance, y con ello, hacernos dignos de ello. De maneras casi incógnitas, las palabras nos crean. La literatura y el lenguaje son, en Saint Exupéry como en Poincaré, mecanismos elevadores, no solo para el yo creador, sino para toda la comunidad de hablantes. 

De este apasionante y complejo tema me ocupo en un artículo académico extenso que publicaré en unos meses. Y en él abordo cómo las narraciones e historias humanas contienen otros mecanismos elevadores a los que hay que prestar especial atención, porque nos dan pistas únicas sobre la esencia de la realidad y cómo todo llega a ser. Así, una cuestión que siempre interesó a los estudiosos es cómo las narraciones constituyen cronotopos (Bajtin), es decir, espacio-tiempos configurados que nos capturan en sus enmarcaciones y nos llevan a vivir la línea narrativa causada por un relato. Una de las más poderosas formas de captar la mente y dirigirla semánticamente es mediante el manejo de las relaciones entre un espacio y un tiempo, que generan universos paralelos al nuestro, cuyas líneas de desarrollo, una vez establecidas, tienen el poder para desarrollar sus ciclos de maneras tan creativas como contagiosas y empáticas para la mente humana.  En la simbiosis que cada individuo experimenta con los tiempos y espacios narrativos podemos ver también la capacidad posicionadora de la direccionalidad del lenguaje.

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Y en las narraciones jugamos efectivamente con el tiempo: podemos extenderlo de modo que la narración, que relate una vida entera, ocurra físicamente en dos horas. Podemos, al contrario, convertir un instante en una historia completa en un relato. Podemos escribir narraciones de un día hacia su noche en las que toda una familia y su vida emocional se despliega, o al revés, relatar extensas peripecias en espacio y tiempo en apenas un minuto de narración visual. El tiempo y el espacio son elásticos en las narraciones. Y ello es posible porque nos alineamos con sus cronotopos de manera automática y ellos tienen a su vez una cadencia propia, un ser suyo, que los hace independientes de nosotros, y a nosotros, como receptores, dependientes de ellos.

Una de las cosas que más interesa en narratología es el juego incesante con el tiempo. La mayoría de las narraciones tienen un tiempo de la historia y un tiempo del relato, es decir, ocurren físicamente en un relato y narran una historia en otro tiempo diverso al mismo al ser contadas. Pero hay un guiño constante en los cuentos tradicionales y narraciones, según el cual el tiempo es circular y vuelve a su inicio, de modo que relato e historia confluyen: en los cuentos maravillosos y en los cuentos tradicionales la trama sigue estructuras de peripecia circular que nos llevan a un desarrollo que "regresa" a su origen, aunque después de múltiples transformaciones. Conocemos muchísimo estas estructuras, que han sido incluso destiladas en fórmulas por los expertos como Propp, y que tienen una sabiduría profunda, como estudiamos en este otro post , porque pueden asociarse a una ética de correspondencias y a mostrar que todas las acciones humanas generan consecuencias acordes con ellas si estudiamos un periodo suficientemente largo de tiempo humano. Los cíclicos cuentos con sus moralejas suelen ser espejos del tiempo vital humano lleno de acciones que implican reacciones, kármicamente.

Aquí nos interesa ahora desarrollar un poquito más allá las ideas sobre el tiempo que en las narraciones se usan para dirigir semánticamente y alinear con estructuras de sentido a los hablantes. En mi curso de doctorado sobre metodología narratológica hemos tratado un par de narraciones actuales en las que el juego con el tiempo y la concatenación de los sucesos y hechos nos lleva a pensar lo impensable y a concebir la esencia de existir de maneras muy vastas y profundas. Me refiero a la película "Interestelar" y al episodio de Doctor Who "Blink". Ambas narraciones son prodigiosas y merecen páginas y páginas de interpretación de sus constituyentes narrativos y filosóficos. Explicamos por qué.

Interstellar nos presenta una trama narrativa aparentemente similar a las de los cuentos maravillosos, con estructura en retorno a partir de una serie de aventuras que se siguen automáticamente. Lo radicalmente diferente de esta película es que en la concatenación de hechos que constituye el tiempo de la historia se produce un bucle temporal que nos lleva a interferir con ese mismo tiempo y que ello genere la historia misma otra vez. El tiempo del relato en su aspecto de incidencia viene a interferir en el tiempo de la historia. Se trata de una maravilla narrativa, porque las perturbaciones de sucesos que van haciendo avanzar la trama nos conducen hasta ellas mismas vistas después del desarrollo narrativo, reproduciendo en la trama su influencia por segunda e idéntica vez. Asistimos en directo a un desdoblamiento de historias para un único y mismo hecho. Se desdobla el tiempo así, y sus líneas, ante nuestra presencia como espectadores. Y cuando la protagonista, hija del héroe de la trama, percibe esta estructura, la utiliza una tercera vez para avanzar en un nuevo hilo del relato, que finalmente desemboca en un tiempo final, donde las identidades de los protagonistas se ven alteradas profundamente, pero conservan su relación. La maestría de Interstellar está en el juego con el tiempo de historia y relato, pero sobre todo, en cómo ese juego desdibuja las identidades humanas y sus dimensiones, generando esperanza por la misma maleabilidad con la que el tiempo y el ser pueden ser manipulados o conformados. Todo lo que ocurre es relativo, es casual, pero es posible jugar con sus hilos de trama para generar una visión superior y hacer avanzar al ser humano.

Anterior en fechas, y auténticamente genial, es el episodio "Parpadeo" de la serie británica legendaria "Doctor Who", un alienígena Señor del Tiempo capaz de viajar con su nave en forma de cabina de policía y conocer así a cientos de civilizaciones y formas de vida. En este episodio, el Doctor y su acompañante se encuentran apresados en los años 60 del siglo XX. La trama ocurre a comienzos de los 2000. En el relato, que no contamos para no estropearlo a quienes no lo hayan visto, es crucial la comunicación entre estos dos tiempos que se produce cuando una de las protagonistas se hace consciente de que ella misma, en la trama, puede conducirnos hacia el momento en que la propia trama se genera.

Este episodio asombroso no es simplemente un ciclo en retorno, sino que es un círculo perfecto en el que el argumento se desarrolla en dirección hacia las peripecias que lo causaron en su origen y la resolución de los sucesos se produce al alinearse, como si de dos engranajes complementarios se tratara, los dos tiempos narrados. Pasado y presente encajan como un diálogo, y de hecho, se pueden interpretar como un texto que la protagonista lee. El futuro se genera en ese texto, como una conclusión necesaria que redondea un proceso en curso y lo explica. Todo cuanto ocurre genera diferentes identidades en los individuos que intervienen, y esto no solamente no es imposible, sino que es lo que tiene que ocurrir para hacer posible la explicación de todo.

Las cosas llegan a ser cuando se produce la complementariedad de todas las parcialidades, cuando las identidades múltiples de los individuos permiten una comunicación que perfecciona el desarrollo de la trama. La relación entre múltiples líneas temporales  es una relación de sentido, es un significado que se lee y comprende cuando termina. Cada línea de vida es un relato de hechos y sucesos autónomos y relacionados causalmente entre sí, pero es posible comprender esas mismas cadenas dentro de otras cadenas que se cruzan con ellas, generando otros resultados. Finalmente, todos los automatismos se deben a que todo cuanto ocurre viene generado por su futuro, de modo que cuando nos alineamos en los significados creativos, cuando respondemos de manera automática a los impulsos creativos, ello es resultado del determinismo creador: lo que tenía que ser, es. Y como si se tratara de una pieza de teatro, memorizada y dialogada en una acción que finalmente se produce, tiene un aspecto de completo destino y sentido.

Hay mucho que pensar y que reflexionar sobre por qué estos juegos con el tiempo resultan tan reveladores. Los sucesos que se narran tienen una direccionalidad, nos llevan a un final. Pero igualmente, su aparente distinción temporal puede anularse. El tiempo puede jugar consigo mismo. Como un manuscrito cifrado, puede revelar su secreto en este despliegue de coincidencias asombrosas y de bucles que dejan fuera de combate la racionalidad en favor de la sincronicidad. Podemos ver, como en un espejo, que nuestro ser no se arraiga en un tiempo, sino que es producto de cada tiempo, pero existe comunicación entre esos diversos tiempos porque confluyen en la trama de la vida.  Podemos presenciar que un hecho es a la vez causa y efecto de otro, y que es posible comprender la causalidad en dos direcciones a la vez, lo que redondea la esfera de la existencia. Podemos vislumbrar esa esfera perfecta en la que la existencia humana, más allá de sí misma, trascendido su ego, forma parte esencial y es responsable de lo que acontece. Es decir, podemos ver, más allá de nosotros, qué somos. 

Cuando alabamos la literatura y la creación en el lenguaje a menudo pensamos muy pobremente en ellas, otorgándoles un papel humilde en la mente y en el corazón humanos. Y sin embargo, como estas teorías y ejemplos nos enseñan, a través de la creación del lenguaje podemos alcanzar el cielo mismo y ver lo que nuestros ojos no podrían captar.  El lenguaje nos muestra su poder y al mismo tiempo nos presenta sus efectos. Y muy frecuentemente sentimos que estas proezas del lenguaje responden a nuestras percepciones e intuiciones más profundas, otorgándonos un medio para su expresión. Estos sentimientos son sin duda comunes y explican qué verdadero valor, y sentido, tiene la creación por el lenguaje y la comunicación que produce.

Comentarios

  1. Muy bonito post Eva. Por lo que parece no se me publicó un comentario que hice, pero me alegro porque he releído así el texto con mucho gusto. Son tantas las cosas que comentar, que me quedo con una, la circularidad del relato. Solo me ha salido "redondo" un cuento por eso mismo, porque empecé contando el final, de manera que iba articulándose lo que se me ocurría en torno a esa idea. De la misma forma, tener una idea del final del cuento de la vida, una imagen más o menos nebulosa de la conclusión de la historia, puede como bien dices hacer que ese futuro hoy solo imaginado, quizá mañana real, vaya haciendo de filtro y de molde que vaya poniendo las piezas en su sitio. Un tema que tenía yo pendiente de comentar es el de las sincronicidades de Jung: ¿son mensaje esotérico o pura ley de la probabilidad? Creo que la conclusión será; da igual si funcionan (whatever works...). Por cierto, da envidia sana ver cómo te diviertes con estudios y que al tiempo sean objeto de tu trabajo. Enjoy!

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  2. Muchas gracias Javier! Parece que pudiéramos escribir obras a cuatro manos porque estamos en sintonía total!. ¿sabes qué hay un crítico inglés llamado Frank Kermode que afirma que todas las historias en realidad empiezan por el final? Abrazo

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