MIGUEL HERNÁNDEZ, EL MEJOR POETA ESPAÑOL DE TODOS LOS TIEMPOS, RECORDADO HOY

Este año se celebra el centenario del nacimiento del mayor poeta español de todos los tiempos, Miguel Hernández. Poeta de la densidad y del amor como no hubo en España, aunque tenemos otros titanes de la ternura, como el mismo Lope y como Garcilaso.

Esta España actual, tan cateta y desmemoriada, no sabe ni quién es Miguel. Pero los versos de este hombre renacen en la memoria de los desmemoriados, tal es su fuerza. Cuando uno se encuentra ante monumentos como Para la Libertad, o el Elegía por la muerte de Ramón Sijé,  su amigo, se ve ante el retablo de la belleza, del amor y de la vida. Y las poesías a su mujer o su correspondencia hablando de sus hijos es de una intensidad, de una hombría, de una capacidad que no hay pluma española que las iguale.

MIguel Hernández es muy superior al mundo en el que se le conmemora hoy. Pero su poesía educa a la ignorancia de un modo que rompe tumbas y sudarios de burramia, y renace, pálido y traslúcido, como el retrato idolizado que le hizo Vicente Aleixandre. Miguel es un Lázaro de la cultura española, y resquebrajando la cueva de la estupidez hispana contemporánea, que convierte en bien cultural los toros, y es un mundo de bobalicones sin seso, resplandece. En el último rincón de telarañas del cráneo de uno de estos esperanzosaguirros o zapateritopesoes, resuena, aunque ellos no quieran, la voz del poeta, y su tinta es más sangre que la que corre por las venas de estas generaciones sin alma.

Recuerdo cuando leí sus cartas, que me estremeció leer que ya sus hijos habían fallecido. Muerte sobre muerte, olvido sobre miseria y desolación, para tan finísima alma, para una sutileza y delicadeza que merecerían ser eternas. Era realmente escalofriante y amargo pensar en Miguel como persona muerta y muerta su semilla. Pero me equivocaba. Miguel está en la futura mirada. Salve, a nuestra mente extendida, a la voz que hablará cuando hayamos callado todos y todos nuestros hijos. Brindamos por ti con las amarguras.