Panópticos, policías y ladrones


Vivimos ahora mismo, gracias a la digitalización y conformación de las redes sociales, un fenómeno panóptico, que se dice en filosofía. Panóptico es una prisión que ideó el pensador Bentham en el siglo XVIII, un centro en el que pudiera ser observado todo para vigilar la conducta de los cautivos por los vigilantes de la cárcel. Las redes e Internet han hecho reventar el sistema canalizado y lineal de la comunicación de masas, generando un sistema en red en el que cualquiera puede desvelar, y vigilar, cuanto ocurre en el entorno.

El fenómeno es fabuloso, y va a cambiar, si pasa el tiempo, la sociedad humana en su conjunto. Ahora mismo, toda la bazofia de la sociedad, todas las corruptelas, tratos mezquinos, todo el mal causado y la injusticia, no solo para el ser humano sino para todos los seres del planeta, están siendo observados, y salen en nuestras redes, a las que basta con asomarse para captar en seguida cuanto ha pasado. Hoy no es posible construir una apariencia política si no hay un fondo de verdad. Por eso, nuestro sistema político, que se sostenía en la representación dramatúrgica de una serie de poses, se hunde cada día.
Las tecnologías pueden tener un efecto reversivo, precisamente por la tendencia al equilibrio que siempre se da en la naturaleza. Un nuevo medio, unas nuevas posibilidades, tienden a generar el contrafenómeno que compense sus posibilidades, y eso es lo que estamos viendo con este curioso fenómeno.
Para que un cambio tecnológico produzca una evolución social hace falta de todas formas un gran esfuerzo humano, que hoy todavía no ha dado frutos. Lo que hay, lo que está quedando, por el advenimiento del panóptico en las redes y por la resistencia al cambio, es una sociedad patológica, que describió muy bien un psicólogo y estudioso de las relaciones humanas  llamado Eric Berne. Berne detectó las conductas adictivas de individuos que se resistían a evolucionar y crecer, y las llamó juegos psicológicos. Pues bien, uno de sus juegos es aplicable a nuestro país en su conjunto, si no al mundo entero: se llama Policías y ladrones.
En este juego, la persecución y la huida es el timo o estafa en el que se implican los jugadores con la finalidad de obtener sus pagos emocionales –el castigo,  el descargo de la cólera, según el papel de cada cual- pero sin que nada cambie de la situación inicial. Es decir, se juega a Policías y Ladrones para seguir siempre siendo ladrones o policías, y no salir de ese sistema compulsivo que impide llegar a tener vida moral propia. Y a España y a todos los países que desarrollan ahora el panóptico de las redes sociales, les asuela el síndrome de este juego patológico en el que lo importante es perder o dominar, pero nunca se gana.

El juego psicológico de los policías y ladrones, que parece darle a la sociedad la carga de ira, de incidentes, de emociones, que le falta, termina creando un desánimo social increíble, además de confundir y hacer casi imposible la acción por un exceso de información que narcotiza literalmente a las personas.  Es ese contrapeso a la necesidad de evolución, ese paso atrás, que cuanto más profundo es, más pone a nuestro país en la tesitura desesperada de morir, o cambiar de raíz. La situación es muy desgarradora y peligrosa a la vez.

¿Qué quiero decir?. Tenemos a nuestra disposición un dispositivo global de vigilancia, reflexión, comunicación masiva que podría convertir esta sociedad en un mundo justo, bueno, tolerante, creativo. Se aprecia cuando, por ejemplo, pierdes un perro y se activa el Panóptico para encontrarlo, y a los pocos días tu animal aparece, o cuando un crimen brutal rápidamente desvela a su autor, o cuando es imposible mantener una institución podrida, o el soborno a un juez, sin que todo salga y salpique en los medios en red. Pero todo eso no está produciendo una sociedad mejor, porque la reacción verdadera, de cambio, de emprender una nueva vida, de salto hacia adelante, no llega. Y las denuncias y persecuciones ahí están sin que sirvan de nada, pues como todos sabemos en la teoría de juegos, cada nueva partida es más intensa, y hoy salen a la calle los criminales con mucha más facilidad que antes, al tiempo que más criminales aparecen en las redes para ser denunciados y perseguidos.
De este horrible clima social hay que salir trascendiéndolo. Pero ¿cuándo? Parece que como en todo equilibrio de polos, la solución debe suponer un salto a un plano superior. Si la justicia utilizara el Panópticon para crear más igualdad, si la política se fundara en el panóptico, si la vida social se articulara ya no como una consecuencia de toda la basura sistémica que circula, sino como una evolución que cambia sobre ella, empezaríamos a entrar verdaderamente en una nueva Era.

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