PROYECTO YOUKALI: TEATRO DE CALIDAD, TERMINA EN MADRID

Hace algunos meses pudimos ver a Kamikaze producciones en la excepcional “La función por hacer”, dirigida por Miguel del Arco. Esta compañía de jóvenes actores y director están brindándonos el mejor teatro de esta nueva edad de oro de la interpretación, y durante el verano hemos podido ver, en las Naves del Matadero, dependientes del Español, su nueva producción, El proyecto Youkali.

Tengo que decir que El Proyecto Youkali no es una función tan perfecta como La función por hacer. Falla el texto en su parte final, y falla, aunque levemente, la interpretación final de ese texto que por algún motivo no encaja en su parte final, quizás demasiado trágica. Pero sigue tratándose de un fantástico grupo de intérpretes, cantantes muy buenos, y gran teatro. MIguel del Arco maneja el patetismo y la intensidad dramática como nadie en el mundo de la dirección escénica. No hay más que ver cómo monta, en el argumento, la maravillosa canción de Kurt Weil “Youkali”   que aquí podéis oír en versión de Ute Lemper.

El cantante que interpreta Youkali en la obra es excepcional. Además la pieza tiene un sentido intuitivo único en conexión con la cuestión de los refugiados en el mundo de hoy. El conjunto de los actores de esta pieza es de nuevo fabuloso, especialmente las cantantes. Realmente buena es la dirección del grupo, y el efecto de verosimilitud y sensibilización que consiguen ante un tema tan difícil y tan lleno de complejidades como es el de los refugiados. Con funciones como ésta que llegan tan a fondo al corazón del espectador, tendríamos otro mundo de reacciones políticas y públicas ante el drama de la humanidad.

 

Hay, como digo, algo que no está cuajado al final del texto. No se trata de que no sea creíble y verosímil lo que ocurre, pero en un instante dado la acción rebaja su intensidad al nivel de lo sentimental, y por ello pierde calidad. Es como si se abusara un pelín del manejo de las emociones, y ello hace derivar la sinceridad de lo que se dice, hasta lo fingido, o lo lacrimógeno. Este peligro siempre ronda a las obras que tratan temas de denuncia social y de drama humano.  Hay instantes en que puede pasarse de lo sublime a lo ridículo, y creo que es por la importancia de lo que se está queriendo transmitir. Un ingrediente de más en el conjunto estropea definitivamente éste, y eso es lo que pasa aquí: hay que tener una especie de pudor, o de distancia, para expresar lo más íntimo con verdadero amor e identificación. Deben tener en cuenta, los actores y director de Kamikaze, la vieja máxima de los griegos en su teatro, que les prohibía mostrar la sangre en escena: no por censura, sino por eficacia dramática, por autenticidad y total expresión de la dignidad del alma humana.

Se van de gira, si tenéis ocasión, vedlos. Son realmente buenos y uno sale del teatro con la barriga llena. Y no os perdáis lo que puedan hacer en La Abadía, en la programación del 2011, estos chicos. Son fabulosos.

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