energía liberada

Dice Eckart Tolle que para renunciar a las cosas, para rendirse, hace falta una gran fuerza espiritual. Es una enorme paradoja, certera como pocas. Cómo se daría cuenta este hombre de dicho fenómeno. Es una gran paradoja, pero sentir una esclavitud, aceptarla profundamente, es una manera de liberar el alma. Escapamos de la opresión cuando se cierne sobre nosotros. Nuestra esencia es traspasar nuestra propia capacidad de sufrimiento, utilizándola como aquello que nos insufla fuerza, tenemos la posibilidad de cobrar un vigor sorprendente a partir de cuanto se nos niega.  Como si al encarar de frente esa esclavitud, aplastamiento, ahogo, lo venciéramos con la mirada real, con la capacidad de nombrarlo.  Pues es cierto, que cuando una persona renuncia a luchar contra algo que se le opone, que se le resiste,  recupera la fuerza que la oposición y el combate le estaban robando, le estaban ocupando. Automáticamente el individuo comienza de nuevo a nutrirse del Presente, que había dejado debilitarse en su existencia, por estar combatiendo y dedicando todas sus fuerzas a  la resistencia. La concentración en un punto concreto de una oposición, no solamente merma la capacidad de percibir la realidad, sino que no permite que seamos libres, y con ello, perdemos lo que alimenta nuestro ser. 

Pocas personas son capaces de liberarse mediante tan extraña catarsis. Y sin embargo es la verdadera puerta del cielo, la libertad más grandiosa, que solamente se siente cuando se encoge el espíritu por mediación de un enorme sacrificio, de una renuncia, de un grave dolor que traspasa el corazón de un modo que lo deja convertido en un pulmón que respira. Estas transformaciones tan difíciles, tan extrañas, las metamorfosis de nuestra voluntad, son los goznes de la vida. Ellas articulan, para el artista, las oportunidades para subir, como Simone Weil descubrió también, mediante el efecto de palanca, el efecto de la presión, y que exigen una operación servil para alcanzar la Libertad. Cuando algo nos condiciona, trae consigo la oportunidad de hacernos subir, pues desencadenan literalmente nuestra profunda Fuerza, aquella que está más allá de cuanto podemos pensar.

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