lugares de confluencia

 

Cada vez veo con más claridad que lo que somos, en esta vida, es confluencias, y no seres estáticos o autónomos en sus formas. El ser humano igual que los demás seres es el proceso discontinuo de una constelación de fuerzas, y a lo largo de su vida podíamos decir que simplemente es un juego de posibles constelaciones con cuanto le rodea. Cuando siente inspiración genial, normalmente es por efecto de una acción que le supera. Algo más allá de lo meramente humano guía y posee al individuo para que cree algo nuevo. Desde luego nada parecido a un yo. Más bien, una fusión de seres, una coincidencia de contrarios. Pero siempre ocasional, siempre efímera y casual.

La gente que crea cosas lo hace porque experimenta confluencias de energía: sea propia, sea ajena, se mezcla en ella y de ahí surge la chispa creadora. Cuando se vive el esplendor de la existencia es cuando se produce una reunificación, un momento de confluencia:  la fuerza o la inspiración propia y la ajena se unen de tal modo que se expresan con rotundidad en una obra, en una música, en un texto, en una acción. Pero lo genial, lo único e inimitable, es como una combinación de una caja fuerte: una coincidencia que ilumina el momento presente y lo hace perfecto, completo. Nada parecido a un autor, a un ego, a un yo, existe verdaderamente.

Quien experimente el impulso creador, notará claramente que no es el autor del mismo, y que siempre sobreviene como si llegara de fuera, como un gran regalo, algo que desciende sobre quien crea. Al mismo tiempo, notará que existen factores próximos o lejanos que son componentes o ingredientes de esa creación, en determinada medida. Y tienen tanto peso que a veces el artista se limita a escuchar o a atender a esas contribuciones cercanas o lejanas, naturales o animales, humanas y culturales, y reconoce que son tan responsables de su obra como él mismo. De nuevo se siente el hecho asombroso de que no somos sino reuniones de elementos que en un momento dado cumplen la función poética, la función creadora. Es lo mismo si el que crea es uno u otro, si uno es un elemento reverberante o el origen de una vibración: la clave es pertenecer a esas confluencias y llegar a ellas, entrar en contacto con el centro del mundo, el axis mundi que desarrolla esa confluencia en todos los seres que viven, lanzando sus espirales para que sean aprovechadas por todo el mundo.

Para los artistas es fácil notar que ellos mismos son una paleta de colores en fusión, cuyo objetivo final es dar forma a una paleta de colores en fusión y combinación. Y el milagro de ser a la vez una obra y un creador es el colmo de la perfección expresiva, porque es posible convertirse en objeto y sujeto de una sola acción creadora.

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