OTRO TRABAJO

En el Libro Rojo, Jung creó un objeto formado a partir de su trabajo, para que condensara su sí mismo, su yo profundo, el cauce con el que viajaba por esta vida, como ejemplo para que pudiera ser aprovechado por otros en busca de su propia felicidad.

Jung trabajó en su libro durante toda su vida, primero plasmando en barro, piedras y formas dibujadas y coloreadas una serie de motivos que fundamentalmente le sirvieron para  verse a sí mismo. Luego decidió crear el libro, y esculpir en piedra las simbólicas palabras que le vibraban dentro por salir.

Lo importante, dice él, es dar expresión a esas formas. Y eso lo consigue el trabajo. No el trabajo creativo, sino el trabajo a secas: hacer las cosas con las manos, poner tiempo sobre la acción de las cosas, de manera que sobre esa superficie, se represente el espejo del alma propia, esa gran desconocida.

 

Hacerse una casa, pintar un mural, escribir usando la lengua propia, para que den cauce a ese impulso que no nace en nosotros mismos, ni muere en los objetos, en las formas creadas, pero que cobra en ellas esta existencia, es el trabajo esencial de la vida. Muchas veces lo dejamos al destino, que sea la propia naturaleza la que lo haga. No nos damos cuenta de que se nos ofrece en la vida la increíble oportunidad de asistir a ese proceso en primera fila, entrando en él con plena consciencia.

Nuestra paupérrima idea del trabajo, y de la vida en general, que considera que es una simple tortura diaria, o el medio de conseguir dinero, o la injusticia instaurada en forma de fabricación social humana, nos impide ver este aspecto crucial, esencial, del trabajo en la vida humana. Es imposible captar la capacidad del trabajo de ser el espejo del fondo humano, a la velocidad y ritmo en el que lo obligamos a desarrollarse. El valor de cambio ha acabado con la idea del trabajo válido por sí mismo, único y vital, en el que debemos empeñarnos, para que se convierta en una puerta al poder de dominar el sentido de la vida.

 

El trabajo lento, en el que es posible ver surgir poco a poco la fuerza de su energía propia, dejar que adquiera su propia via de desempeño, dialogando con el medio de la materia, dejar que se desenvuelva la flor extraña de su materialización exacta, para dominar el ambiente, creando, con nuestra herramienta un universo nuevo que a nosotros mismos nos sorprende, ese no tiene lugar en nuestros trabajos habituales, si no es uno un artista o tiene el privilegio de crear. Pero por eso nuestro mundo se mantiene al margen del destino, incapaz de convertir el camino de la vida en la via de realización de una maravilla inenarrable.

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