EL PLACER DE LEER




Me encuentro con muchos alumnos que lo último que hacen en la vida es comprarse un libro. Gastan el dinero en qué sé yo, en ropa, en viajes, en copas, pero jamás comprar un libro. Consideran que comprar un libro es una especie de acto humillante y triste. No tienen libros, no compran libros, y no leen libros.


Un libro cerrado s parece muchísimo a una puerta cerrada. Si no lees, jamás entrarás en el mundo real. Jamás. Sigues en el mundo de plastilina de la imaginación infantilizada, de los pensamientos breves, sin peso, de los deseos sin personalidad. Sólo detrás de la puerta de una portada empieza a adquirir el espíritu humano su peso.


Y quien no lee, termina pagándolo. Mira lo malísima que es "Ágora", y es porque su director ni leyó ni leerá. Tenía demasiada prisa por ser Cecil B. De Mille, y para ser un director grande hay que tener una base, una cutura. Eso solamente se consigue traspasando la puerta estrecha der los libros. Y Amenábar pasó de largo. Lo va a pagar.



Así que, amiguitos, leed. En vosotros está la decisión de seguir por la vida en forma de globitos sonda, o caminar pisando la tierra firme.


Decía Flaubert: ¡Quñe sabios seríamos, solamente con leer cionco o séis libros en nuestra vida!


Cinco o séis, no más.

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