LOS GOYAS Y AL CAPONE

image He seguido de cerca las nominaciones a los Premios Goya, porque pude ver una excelente película que no ha recibido ni una sola de las decenas de nominaciones a estos Premios de la Academia con el pomposo nombre de las Artes y las Ciencias Cinematográficas.

Tengo que decir que se confirma mi tesis de que cuanto peor cine se hace en España más mafias, capillas y tráfico de malas influencias se aprecia en el cine español. En el teatro ya es claro, pero al menos el teatro tiene ahora mismo tanta calidad que sofoca un poco el desastre y la miseria de las relaciones humanas, de la calidad humana que abunda en él.

Pero el cine está muerto y enterrado a la hora de la ética profesional y social que lo rodea. Abundan la compraventa de favores, el ensalzamiento de la insignificancia, el culto al ego desmesurado, infatuado, estúpido, el premio a la apariencia, a la estética vacía, al glamour barato y a la carrera de cinco años –me refiero a que ni una peli sobrevive cinco años a su estreno, porque se quedan viejas, infumables, ridículas, obscenas, nunca mejor dicho-, y así nos va. Los espectadores huyen despavoridos de las taquillas. Pero a la Academia le da igual: ella sigue nominando y premiando películas malas, actores y actrices pétreos, guiones copiados, todo en nombre de las Artes y las Ciencias.

Lo último es ver que se nomina a tres o cuatro películas o capillas de privilegiados, sin dar cabida a todo lo que se hace y produce en España, que es mucho y muy bueno si le dan un poco de atención. El problema gravísimo es que ya la costumbre de hacer mafia en torno al más poderoso la tienen instintivamente, de modo que aplaudir al famosito de Hollywood, a la ministra de buena cuna, a la mojigata actriz revelación, al nene prodigio, al viejo productor, se hace cada vez más maquinalmente según si son amigos, si son “ de la casa”. Menuda mierda de sector que tenemos en el mundo dramático, y lo digo con pena porque estoy medio dentro.

El mundo de los actores y directores, de los productores y creadores en cine y teatro se ve afectado de un terrible mal de culto a la vanidad y a la tartufez. Se hacen eco de todos los papanatismos americanos, del mundo del corazón, de todos los medios superficiales, y los adoptan como sistemas de autobombo. La espuma de tonterías y deslumbramientos de focos y alfombras rojas crece y crece en torno a cada vez menos contenido, cada vez menos sentido. Venga a ver caritas guapas, chistes malos, violencia bestial,morbo, cabreo. Pero la escritura, la hondura, está ausente. Está ausente el verdadero cine de este Versalles moderno, con su corte de bardemes y penélopes, de almodovares y icíares, que son de plexiglás, y que lo peor de todo, acaparan poder, prestigio. Son la nueva forma de aristocracia. Pero son también la mafia de siempre, aunque vayan de modernos o de rompedores.

Este mal tiene su penitencia, y gordísima, como digo. Las películas premiadas en muchos años son basura. Las películas que se hacen, que se distribuyen, son todas del mismo tinte, y todas malas. Los públicos no ven cine español. La interpretación es mala. Los guiones, malos. Se hace un cine realmente penoso, siempre en torno a los mismos temas, siempre negro, borde, bobo, bufón, insulso, pretencioso, cateto, garrulo,superficial. Y nos parece la octava maravilla, bueno, les parece, hasta que una nueva secta tome el poder y ponga a todos a aplaudir un nuevo tipo de mediocridad.

Sigan sigan, señores del cine, alimentándose del aplauso propio, que dentro de poco se tendrán que comer el celuloide o bien se lo comerán los ratones en las olvidadas filmotecas del cine español. Qué diferencia con Argentina, Perú, Francia, Alemania, Portugal.

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