elogio de la soledad
Se me ocurrió hace años, en un poema, decir que el hombre también vive de la soledad, es decir, que necesitamos estar solos de vez en cuando, porque nos alimentamos con ella. Y eso es lo que yo experimento cuando me ocurre que me quedo a solas, que experimento una auténtica nutrición individual. Es difícil explicarlo hasta para uno mismo. Pero para que se abran las puertas de la percepción, y para poder conocer el mundo, hay que estar solo. La soledad es como un agujero de gusano por donde uno entra y no sabe dónde va a salir, de uno mismo. Como somos de agua prácticamente, las ondas de nuestra esencia más profunda necesitan fluir hacia lo más hondo para poder estar frescas y vivas, y solamente vemos el lago más ignoto de nuestro ser cuando nada lo inquieta: en la pura soledad. Es como si alguien sordo de nacimiento, al encontrarse en soledad, recuperara de repente el oído y sintiera el eco de una cavidad inmensa donde repercute todo, donde unos sonidos se entrelaza...