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Mostrando entradas de junio, 2010

elogio de la soledad

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Se me ocurrió hace años, en un poema, decir que el hombre también vive de la soledad, es decir, que necesitamos estar solos de vez en cuando, porque nos alimentamos con ella. Y eso es lo que yo experimento cuando me ocurre que me quedo a solas, que experimento una auténtica nutrición individual. Es difícil explicarlo hasta para uno mismo. Pero para que se abran las puertas de la percepción, y para poder conocer el mundo, hay que estar solo. La soledad es como un agujero de gusano por donde uno entra y no sabe dónde va a salir, de uno mismo.  Como somos de agua prácticamente, las ondas de nuestra esencia más profunda necesitan fluir hacia lo más hondo para poder estar frescas y vivas, y solamente vemos el lago más ignoto de nuestro ser cuando nada lo inquieta: en la pura soledad.   Es como si alguien sordo de nacimiento, al encontrarse en soledad, recuperara de repente el oído y sintiera el eco de una cavidad inmensa donde repercute todo, donde unos sonidos se entrelazan con otr

el rostro del verano

La cara del día es ancha, blanca como de un atleta.   El verano nos está mirando.   Su vestido es azul azul   claro y planchado por el viento que lo tersa   la sonrisa del tiempo en esa cara nueva

sobre los ángeles de la familia

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El otro día me di cuenta de que cuando pensamos en profundidad, oímos a nuestros ángeles. Pensar y meditar es hablar con la voz del amor. Por eso, cuando pensamos bien a fondo, juzgamos armoniosamente, ponemos fe y empeño en las cosas, y nos animamos a la libertad, entonces estamos siendo soportados por todo el tropel de presencias que nos aman y nos apoyan, estén vivas o ya no. Estos son nuestros ángeles: todos los que nos susurran cuanto hay que hacer al oído, cuando nosotros ponemos atención a lo que ocurre. Los ángeles son todas las almas que más nos han amado, que siguen hablándonos siempre, aunque sus cuerpos no estén aquí. Nos hablan sobre el presente, y su voz se genera en nuestro pensamiento. Es emocionante descubrir estas presencias. Se rasgan muchos prejuicios con ello, incluido el que determina que ls cosas acaban alguna vez. Son la prueba de que el tiempo no importa, ni la vida física. Cuanto es amor, vive eternamente y eternamente ES . De modo que seamos ra

VENCEJOS VENCEJOS….

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HACE YA dos meses que llegaron los vencejos a Madrid. Este año hay muchos, forman nubes y vuelvan vertiginosamente al amanecer y cuando anochece, desafiando la verticalidad de las fachadas y chillando eufóricos, rozando las superficies de agua de las fuentes, y columpiándose en enormes lianas de aire, por entre los hondones de los patios y edificios. Cualquiera que ame el verano, ama los vencejos. Cuando estábamos en la cuna, fue el primer llamamiento a la fiesta que escuchamos y que le puso nombre a este nuevo mundo que es el verano. Los vencejos son la voz de la luz. Los vencejos y sus chillidos locos expresan mejor que nadie esta mutación asombrosa que convierte a la tierra en la antesala de un paraíso eterno, llena de perfumes, de claridad, de colores, de ecos, que es el verano. Y en Madrid hay un verano igual de bello y poético, un poco más irónico quizás, pero igualmente festivo y único, y por eso los vencejos siguen convirtiendo a este poblachón manchego en un puerto lleno

ESTOY HASTA LOS MISMÍSIMOS DEL CURSO

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Queridos amigos: la Universidad se está convirtiendo en un negocio ruinoso. Cada vez trabajamos más, en tareas inservibles, inútiles, hastiantes, por las que no nos pagan. Tareas que no son de profesor, sino como de gestor burocrático, de manitas informático, de arreglapapelas y convocajuntas, de docente de cursillitos y charlatán tutorial. A mí la universidad que me gusta es la arcáica, lo siento. La universidad de la oratoria y el efecto teatral, de la profundidad de miras y de lecturas, del silencio, del misterio. Estas últimas décadas la universidad es un corteinglés monocolor donde se nos entierra en papeles, donde se contrata a hombres y mujeres grises o ambiciosos, y donde el alumnado no tiene interés por conocer nada que no sea su propio monedero o cuenta corriente del futuro. En esta situación, tiene uno que salirse con la suya casi a escondidas. Leer en los ratos que te dejan las interfaces mongólicas creadas desde el Rectorado. Enseñar cuando consigue uno que se callen las c