PROBLEMAS DE CARGA INFORMATIVA

 

Últimamente veo que en la sociedad se da un tipo muy característico de problema que tiene que ver con los llamados umbrales de carga. En Teoría de Información estudiamos el curioso fenómeno según el cual lo que llamados información, es decir,  algo con un valor dado, viene determinado por su relación con ciertos umbrales o límites de carga. Es decir, un mensaje cualquiera, o un objeto incluso, tiene un valor de acuerdo con ciertos límites en los que aparece o se presenta, y con los cuales tiene que interactuar. Si no se adapta a los límites de carga y aparece infracargado –es demasiado sutil, pobre o nimio- no es apreciado ni constituye información. Si se sobrepasa de carga, es demasiado grande, complejo o excesivo, tampoco vale ni será captado. La infracarga y la sobrecarga producen exactamente el mismo resultado: el cero informativo. Por decirlo más sencillamente: tan malo es pasarse como no llegar. Cada objeto, cada mensaje, debe adaptarse a unos umbrales, pero es cierto que si se adapta o se integra, su carga será idónea y es posible que pueda revalorizarse y ubicarse adecuadamente, enriqueciendo el mundo.

Esta teoría que parece tan simple es el secreto de muchos males que nos acechan por todas partes a los seres humanos. Ahora mismo hay un problema enorme de sobrecarga en actividades y objetos humanos que literalmente ennegrece nuestra capacidad para juzgar, percibir y dominar los problemas. La sobrecarga de información es una forma temible de censura, mucho peor que la infracarga. De hecho, es el gran problema de la humanidad en los últimos tiempos: verse saturada por hechos muy parciales que copan nuestros umbrales de carga y nos impiden entender lo que ocurre.

Podéis ver problemas de carga en la distribución de la riqueza en el mundo: resulta que hay bastante para vivir todos con abundancia y serenidad, pero al sobrecargarse unas zonas e infracargarse otras,no hay flujo de riqueza y se produce el colapso económico.  Fijáos en cómo se da el asunto en el espacio: El universo fundamentalmente está vacío, decían los cuánticos, hay espacio para todos. Sin embargo la población humana sobrecarga el planeta. ¿Cómo es posible, si podría integrarse y ocupar superficies de un modo mucho más económico y reducido? Parece ser que toda la población mundial podría ocupar, toda junta, la superficie de España únicamente. Pero los millones de intereses individuales que trabajando de manera aislada y multiplicando elementos en este umbral saturan nuestros umbrales de carga en la  ocupación y disfrute del espacio en la Tierra saturan y colapsan el sistema. Claro que podrían integrarse, aprovechar la capacidad de simplificarse, y con ello desaparecer como obstáculos que impiden  avanzar en el desarrollo humano sobre el planeta. Un problema de carga: el egoísmo humano satura la propia capacidad de satisfacer los intereses humanos.

Una manera de luchar contra la sobrecarga es la integración de la información en unidades compuestas que pesen menos y puedan ser manejadas.  Esta es la habilidad que más se está desarrollando ante la sobrecarga mundial de procesos y objetos determinados. La lucha contra la sobrecarga que inhabilita los sistemas humanos solamente puede darse cuando integramos esa sobrecarga  en las síntesis creativas, en la asociación de inteligencias y de objetivos, en la eliminación de la información inútil o redundante y de los pasos intermedios que no sirven para nada. Esto es lo que hace la comunicación: integra la información, o bien la desintegra, según el umbral de carga preciso en cada situación, facilitando que cumpla su objetivo.

Para decirlo sin tanta jeringonza,  cuando comprobamos que todo es absolutamente simple, y que el ser humano se nubla en falsos problemas, y se auto-confunde con su propia mente, creamos sobrecarga y acabamos como los pobres cerdos de la parábola de Jesús que se tiraron solos por el barranco. Cuando alguien creativo simplifica las cosas, las muestra fáciles, nos parece que vemos el cielo abierto y que nada hay tan simple como llevar una buena vida. Pero todo es una cuestión de carga, no de la esencia de las cosas.

 

La teoría de la carga no solamente sirve para los datos de la inteligencia o las operaciones económicas,. También domina la ética, como sabían los griegos. La virtud no es otra cosa que la carga ideal, ese término medio en el que algo puede entrar por el umbral porque produce información, en este caso, valor ético. El egoísmo individual sobrecarga la capacidad humana. El asociacionismo, el espíritu colectivo, reducen esa carga. La misma actividad, con el espíritu interesado e individualista, satura al sistema, y si se hace con el espíritu del bien común y por altruismo, reduce la carga del mismo.

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