La teoría de los polos y la salida de la crisis

Continuando con el redescubrimiento de simbolismos de gran poder de explicación para la realidad que estamos viviendo, tenemos que mencionar el denominado simbolismo de polos que René Guénon desarrolló en su trabajo ingente de salvaguarda de principios de sabiduría perenne. El simbolismo de los polos, cargado de misterio, indica que existe una atracción de los opuestos de modo que cuando se va a extremar una situación límite, se produce lo que él denomina un "enderezamiento" que genera un brusco cambio hacia la dirección contraria del movimiento o fenómeno de que se trate.

Movimientos polares son, por ejemplo, la "mejoría de la muerte", la belleza e incandescencia de los ocasos, o los efectos de palanca que tanto estudió Simone Weil y que pueden hacer que el mayor de los males y desgracias humanas sea el acceso directo a la felicidad absoluta, o que el modo como puede desarollarse la sensibilidad es a través del sufrimiento. Pero son también fenómenos polares todos aquellos que responden a una ascensión de plano que supera la polaridad de dos opuestos irreconciliables, como cuando ante una paradoja o una situación imposible, se trasciende y pasa a un plano superior.

Lejos de ser simples principios abstractos, los fenómenos polares explican la realidad misma que vemos hoy en día. Explican por ejemplo que en pleno desastre y desmantelamiento del sistema de enseñanza se esté dando un esplendor absoluto del nivel, calidad y resultados de la educación y la cultura, como lo muestra la despierta conciencia de los estudiantes que se matriculan, con gran sacrificio económico en todo tipo de cursos, o el desvelo con que protegen y luchan por el sistema público de instrucción e iniciación, y la madurez con la que la sociedad juvenil ha sabido concebir y afrontar su papel en la creación de una nueva sociedad.

Un fenómeno de enderezamiento se da, según Guénon siempre, cuando contrariamente a lo esperado, nos encontramos que una situación dramática de crisis genera una creación de un nuevo ser de las cosas y la superación del drama mediante un segundo nacimiento. Y esto es lo que vemos hoy. Como un doloroso parto, la sociedad vieja agoniza en desastrosas pérdidas de riqueza, valor, dignidad humana. Y en medio de ese desastre, la sociedad nueva toma iniciativas legales, reclama la libertad, mediante jueces independientes e innovadores, mediante estrategias e imágenes que tienen a energía increíble de plantear algo único y fresco, libre y de altísima calidad de desarrollo.

La situación de crisis está mostrando, en toda su potencia, la inmensa capacidad de desarrollo en ejemplos puntuales humanos, como la Plataforma contra los Deshaucios, como los defensores de los maestros, de las becas. Deja al descubierto el enorme grado de desarrollo social que existe en España, y que es como un árbol crecido, al que no es fácil volver a la maceta de la que salió, con los recortes ordenados por el sistema financiero y polítco. El enderezamiento de todo polo crítico no está libre de patetismo, de drama: veremos literalmente la sangre más oxigenada correr desde las heridas que el sistema oscuro, aparentemente victorioso, pueda inflingir a ese mundo desarrollado, maduro, capaz. Pero la virtud del símbolo misterioso de los polos radica en cambiar absolutamente de signo los tiempos cuando menos se podía esperar. Toda muerte es un nacimiento. Todo descenso resurge a las alturas. LO único que necesitamos nosotros es tener ojos para verlo.

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