UNIÓN

ALLYOGINIPERU: El Yoga y El Sánscrito




Decía Antoine de Saint Exupéry, en sus Cuadernos, que lo úncio que importa en la vida, en definitiva, son las relaciones. Y parece una frase rara, entre sus muchos pensamientos, como algo sin importancia, pero en realidad esta idea fue uno de sus grandes conceptos finales, tal y como lo expresa en el célebre episodio en El Principito, del zorro del desierto, donde explica cómo mediante la unión con su amigo, este animalito había podido disfrutar en su vida del color dorado del trigo, al conocer ese color, en el pelo del pequeño personaje. Saint Exupéry entendía que el sentido de las cosas está en su relación y que las relaciones nos dan sentido.
Pero esta es tan solo una pequeña parte de esa inmensa verdad que es, la de la UNIÓN o relación que es la que le da realmente luz a nuestra existencia. Es lo que unimos a las cosas lo que las hace valiosas para nosotros. Es cuando nos unimos con otras personas o con otros seres, cuando realmente nos sentimos ser, y es al experimentar la unión con la existencia que nos rodea, y con la naturaleza en especial, cuando verdaderamente, latimos.
El ser humano no es nada si no se une a otros seres y si no continúa su vida en la vida de los otros. Cuando envejecemos, vemos con lucidez total hasta qué punto podemos vivir la vida de los otros, y aquello que más vale en nosotros, tenemos la certeza de que, si se vincula a otros, a los siguientes, seguirá  igual de valioso, y delegamos nuestra vida en la suya, con absoluta transparencia y entrega. 
Pero es que nuestro corazón solamente es feliz vinculado, unido, a la naturaleza que nos rodea, a través de la cual respiramos. Cuando experimentas, una vez en tu vida, lo que significa el vínculo con la naturaleza, nunca jamás puedes ya vivir sin sentirlo.
Uno de los grandes errores de nuestro sistema de vida es precisamente haber segado el lazo que nos vincula espontáneamente, mediante nuestro cuerpo, mediante la luz que necesitamos, mediante el modo como respiramos, o como miramos el entorno, con la Naturaleza. Ella es la que nos limpia cuerpo y mente de todo aislamiento fútil y la que nos presta el latido esencial. Ese latido va acompasado con el nuestro, pero tenemos que alinearnos con él, porque si no caemos en la montaña rusa de las emociones humanas volubles y dispersas, o en los solipsismos cerebrales más monstruosos, o en una pérdida general de rumbo, como si no tuviéramos cabeza. Nuestra cabeza está en la unión con la naturaleza. Y sin ella, descarrilamos, como hemos descarrilado ya, perdiendo la capacidad de medir lo que nos va bien y lo que nos va mal, de limitar nuestras ansiosas imaginaciones, o de someter todo a nuestros egoísmos descabellados. La unión con la Naturaleza, establece un yugo que aporta al ser humano su medida.
Como decía Saint Ex., todo es relación. Tenemos que sentir a los demás para sentir nuestro propio corazón, como si fuéramos correas de transmisión, que sin el contacto con los dos polos, no pueden funcionar. Tenemos que establecer la unión de la mente con el cuerpo, unión vital, que nos da otro yugo esencial por el que podemos sentir mucho más lo que somos y podemos trabajar la perfección de ambas partes, de modo que la esfera perfecta que forma la mente y el cuerpo, trabajando uno para la otra, pueda servir para saltar a la empatía con el entorno, continuando con la cadena. 
La unión genera más unión, porque una vez conectados, el amor, la fuerza o el conocimiento pasan de unos a otros de manera fluida. No somos otra cosa que vasos comunicantes, y solamente el sentimiento de un vínculo que se manifiesta de esas maneras nos aporta el líquido elemento que al circular nos da la vida.
La unión de sentido hace que cuando vinculamos a las cosas o a las palabras más sencillas un gran amor, o una gran esperanza, se conviertan en alimento. La unión con sentido es la que nos dice, paradójicamente, por qué somos únicos, pues lo que llamamos identidad es precisamente algo que se crea como un medio de traspaso, como un cauce que se realiza en dejar lugar a lo que transporta, que es significado. Y al igual que, cuando subimos una montaña, quedan vinculados aspectos del paisaje que parecían inconexos, cuando llegamos a unir mediante el sentido y el valor las cosas inconexas, las personas aisladas, los corazones perdidos en sí mismos, todos se convierten en algo conectado, simple y grande a la vez, y al mismo tiempo, completo.
Es necesario, cada día, conectar, primeramente con el cielo y la luz, con el aire que nos rodea. Es necesario recibir el mensaje de los árboles y la tierra, y conectar de inmediato con ellos, de modo que nos proporcionen la verdadera noticia del día que vivimos. Es necesario recibir la propuesta que nos hace la existencia a la que estamos unidos, pero no darla por sabida o apartarla por su llaneza. Hay que leer cada día el vínculo que nuestra unión con el entorno nos expresa, porque cada día es diferente, y nosotros no somos quien dictamos ese mensaje, sino que lo debemos escuchar, enlazar con él, y entonces, comenzar a pensar, o a hacer. No hay otro modo en que el ser humano pueda acertar en su vida, que este sistema.
Así, cuidad la unión, el yugo que vincula, tanto el que riega las palabras de sentido, como el que nos oxigena el alma cada día, porque aunque parezca que somos seres autónomos y desgajados, en realidad estamos unidos por vínculos que no sentimos, y de los que depende completamente nuestro verdadero ser.

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