PROBLEMA SOLUCIONADO, PROBLEMA DISUELTO

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Toda una rama del estudio de la inteligencia y capacidad humanas recibe el nombre de "problem solving" en inglés, y son cientos los estudios que centran en la solución de problemas el eje de la acción del individuo, sea con fines intelectuales, emocionales o afectivos, estratégicos o creativos y liberadores. Lo que me llama la atención, para este post, no son esos interesantísimos análisis, sino la expresión, porque en español a veces traducimos como "resolución de problemas", haciendo desaparecer el matiz tan importante que indica, en la expresión "solucionar" un problema, hacia el campo semántico de la disolución o desaparición en un medio líquido, de una cosa o cuestión.

En español decimos solucionar un problema también. Y es un gran acierto, porque los problemas, literalmente, se disuelven. Cuando superamos un problema, literalmente se deshace. Es posible sentir, y pensar, cómo se deshilacha o se deshace el nudo que constituía un escollo, un núcleo insuperable, o una barrera infranqueable. Cuando hallamos la solución a un problema, experimentamos a menudo esa sensación, esa emoción intensa, que acompaña a la visión de que ya no existe. Y a veces podemos notar incluso hasta qué punto el problema no es sino un nivel de acceso a lo real que repentinamente es superado en altura, lo que lo hace invisible, o cómo repercute en nosotros ese cambio de perspectiva que de repente nos presenta nuestra propia mirada condicionada antes, y ahora diferente y libre, de manera que entendemos que la realidad efectivamente se disuelve como un azucarillo en un vaso de agua, para conformar una realidad diversa, en la que eso que nos atribulaba o nos impedía avanzar queda completamente disuelto.

La disolución del problema, hallar la solución a un problema, a menudo entraña dejar de tener miedo, o ansiedad, o dejar de mirar con pesimismo y mal augurio, lo que sin duda, también constituía o co-creaba el problema que teníamos. Esto también lo sentimos cuando superamos el problema mediante esa escalada que igual que un cambio de óptica, o literalmente como un sobrevuelo a cierta altura, deshace el nudo gordiano de nuestro impedimento. Sin lugar a dudas no solamente es una cuestión subjetiva y de fe, sino que la energía que la solución del problema pone en marcha, la que actúa en nosotros y gracias a nosotros también, es lo que causa ese fenómeno de desaparición asombrosa. Cuando los problemas se deshacen ante nosotros es una impresión que acompaña y anima a nuestra acción para acabar con ellos. Digamos que el sujeto, el objeto y el entorno se configuran de otro modo, un modo en el que la energía toma el mando rápidamente, para hacer desaparecer las incertidumbres, las debilidades electivas. 

Y esa energía que apuesta por un método o por una decisión atrevida, la que aventura un modo, o la que se compromete con valor y compromiso a la vez, también crea o celebra la certeza de acabar con el problema en cuestión. Cuando nos ocurre esto, y comprobamos que todo consiste en niveles de realidad distintos desde los cuales los problemas se deshacen o se configuran, sentimos gratitud por lo que experimentamos e inmensa ilusión, tenemos clara idea de futuro, nos sentimos emocionalmente plenos, amando las situaciones tal y como son y viajando con ellas a su ignorado horizonte lleno de posibilidades recién abiertas. 

En ese momento, la urgencia por aprovechar ese optimismo, por cultivar esa inmensa extensión disuelta en poder propio, alegría y certeza, por responder a ella y por mejorarla o desarrollarla, nos hace sentir el mismo cielo en nuestra mente. Con los mismos componentes, con las mismas estructuras que en medio del mayor de los problemas, la solución literalmente deshace ante nuestra mirada nuestra posición y nuestro juicio mostrando literalmente otro mundo a nuestro alcance.

A esta sutil percepción de lo que es solventar un asunto complicado la adorna una armonía de elementos que antes no podías ver. Exultante, todas las aristas y choques de planos incompatibles resultan masticables, a la deriva, y todo es más sorprendente cuanto más deshace lo que parecían unas simplégades de oposiciones sin arreglo, que ahora son simples imaginaciones. Al aparecer, donde antes había confusión y debilidad, la armonía y la facilidad, la libertad y la paz sentidas plenamente, se siente euforia. Y esa euforia es un efecto de la solución, no una causa de la solución del problema, pero sin embargo también se aprovecha para usar su alegría y aún llevar más lejos el avance ante un obstáculo que ha quedado totalmente superado.

No podríamos decir si los problemas los disolvemos o se disuelven solos, pero está muy claro que el proceso es así: lo vivimos como un cambio de la realidad, y un cambio propio, que nos genera inmensa alegría y gratitud. No podemos distinguir si esa alineación con la creatividad, si esa vibración de todo que de repente nos exhibe una realidad oceánica y navegable con nuestra ilusión, se origina de uno u otro modo. Lo que sí es cierto es que la solución de un problema comparte y combina con la creación vital un mismo proceso unido, con el que de repente, nos sentimos vinculados. Por eso lo sentimos como una inmensa disolución en un mar sin agua formado por el cielo azul

Comentarios

  1. Como siempre, tocas temas de los que me gustan... Dicen que esa sensación de "eureka" que se alcanza al resolver un problema tiene razones evolutivas: al conseguirlo el cuerpo nos premia con dopaminas por haber hecho algo que favorece nuestra supervivencia. También que la propia risa es la explosión de alegría que provoca resolver, intuitivamente, un problema, mediante el humor. Las matemáticas se entienden mejor viendo los vectores como problemas y las dimensiones como pistas que proporcionan unos soplones, a ser posible perpendiculares entre sí (esto es, que den información que no se solapa en nada con la de los demás). Y estoy leyendo "The subtle art of not giving a fuck" donde recomienda una métrica para ser feliz, que consiste en valorar como lo mejor no los resultados sino los procesos y en concreto el de resolver problemas. O sea, que las soluciones dan gusto, pero lo que te asegura la felicidad es una actividad donde los problemas nunca acaban, donde después de uno viene otro. ¡Feliz verano!

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  2. Gracias por tan complementario post Javier, estoy totalmente de acuerdo, nada más maravilloso que emprender la tarea de solucionar algo, que resulta más agradable porque además de la alegría de conseguir genera ilusión por lograr y así dobla nuestra dopamina..... seguimos.

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