EL GENIO MODERNO



No hay muchos artistas, y menos literatos todavía, que se hayan podido dar cuenta de que su capacidad creativa era más bien el principio de una colaboración con el mundo que les rodea, y no un fin en sí mismo. El artista tradicional, que se enfrenta y se aisla del mundo en que vive, es un modelo anticuado. Hoy se precisa otro tipo de creador, capaz de sacrificar su autorreferencia por un valor social y humano-animal.


El artista tiene que poner su capacidad al servicio del mundo en el que vive. A cambio, ese mundo le aportará una energía inagotable de mil reflejos e irisaciones, y podrá verterse en múltiples facetas y soportes. El escritor se hará gestor, comunicador social, enseñante, crítico, portavoz y hasta publicista de las causas verdaderamente dignas de difusión y conocimiento. El pintor se hará escultor de fachadas e ilustrador de superficies, versatilizando su expresión en mil medios tecnológicos nuevos. El actor se pondrá al servicio de la enseñanza, y el enseñante, del profesional liberal. Cada persona, que es, como decía Coomaraswamy, un tipo especial de artista, reflejará a los demás en sus creaciones.


Esta es la concepción antropológica del arte que defendía César Manrique, y es una piedra de medir única: por ella verás claramente quién es auténticamente un creador, y quién es un ególatra farsante.

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