FRACASOS Y FRECUENCIAS



Cuando fracasamos en algo, se trata de un cambio de frecuencia de onda de nuestro organismo. En lugar de tender a expandir la onda de nuestra energía, vemos de repente aparecer un eje de simetría distinto del habitual, y en muchas ocasiones ello interrumpe nuestra extensión expresiva, cortándonos y hasta invirtiendo el sentido de la misma. Puede producirse una espiral vertiginosa de merma y bajón de fuerzas.


La genialidad está en saber utilizar ese cambio de frecuencia energética para dialogar con él y convertirlo en un arma a nuestro favor. Decía Gracián que César supo adornar su calvicie, que traicionaba su edad y su fragilidad, al colocarse una corona de laurel, como los atletas del monte Olimpo, y convertir la huella de su fracaso en ocasión de éxito y de colosal triunfo.
Quizás una de las formas de hacer esto sea precisamente no pensar demasiado en el cambio producido, y seguir emitiendo nuestras ondas acostumbradas. De este modo, envolvemos en ondas informativas la realidad, y empezamos a dialogar con ella nuevamente.


Convertir un fracaso en un éxito, eso es empezar a manejar las ondas energéticas que somos. Absolutamente todo cuanto ocurre es una ocasión única, irrepetible, para inspirarnos una obra magna.


Solamente hay que estar atentos a cuál es la forma, cuál es la frecuencia, qué onda impera en un momento dado, en cada situación. Y esgrimiéndola, convertirla en arte. Traducirla a nuestro código, y en un momento, sabiendo hacer un guiño al fracaso, convertirlo en un gesto nuestro, en un secreto que albergamos.
De esta manera, formaremos parte de una comunidad misteriosa.

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