LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA

Una de las cosas más ricas y más caras de la existencia es mantener la independencia en general. Hay muchas personas que aprenden a protegerse en grupo, a pensar dentro de un grupo, a lanzar su carrera catapultados por un grupo. El grupo ataca a quien no pertenece a él, y defiende su existencia de organismo multicelular sin cerebro autónomo. Quien depende de un grupo, es una especie de débil mental: necesita de la fuerza del grupo, y cuando la consigue, renuncia a su capacidad de crecer. Crecer es algo que solamente se produce en libertad y con independencia.





La independencia vital es muy fuerte y poderosa, más que la unión de poder de los grupos, que en el fondo, es una unión de débilidades. Sobre todo, quien aprende a ir solo, a luchar solo, a guerrear por su independencia, adquiere una especie de reciedumbre en su personalidad que le hace fuerte y resistente. Termina desarrollándose una alegría y un sentido del humor, únicos. Cuando vemos a una persona que ha elegido la independencia y la autonomía frente al calorcito de un grupo de apoyo, lo que vemos es algo hermoso y poderoso.





Una persona creadora, un artista, y cada uno de nosotros lo somos, debe ser independiente. Tiene que elegir la libertad y con ella, la desnudez, la valentía, el trabajo constante. ¿Qué recibe a cambio? Una admiración sin límites del sectario, que ve en el libre algo inaudito, asombroso. Además el libre consigue aire puro y libre en cada bocanada, puede desarrollarse en todos sus apectos, puede asistir al asombroso misterio de la vida, puede simpatizar verdaderamente con lo que venga y con quien venga, en artístico diálogo...





Como de lo que se trata es de vivir hacia arriba, hay que olvidarse de esa lucha por la fuerza grupal e ir a la fuerza creativa de la independencia y la autonomía: llega un momento en que te da exactamente igual lo que digan o hagan los demás, y cada vez eres más poderoso, más libre...